El coste estratosférico de la corrupción
Cuando empecé a escribir en Prensa, hacia 2012, uno de mis primeros artículos tocó el tema del sobrecoste de la corrupción. Creo que lo que dije no se entendió del todo, porque el remedio que propone la gente es el simplista de siempre: Que devuelvan lo robado.
Pues no. El político corrupto no puede devolver lo robado, ni aunque quisiera, porque gracias al 3 o al 2% de la mordida, el coste de la obra se eleva al doble. ¡Sí, al doble! Ofrecí el ejemplo de un estudio de la UE, de aquella época -hablo de memoria- en el que se calculaba objetivamente el coste del kilómetro de autovía, construida con dinero de fondos estructurales europeos, y por tanto de la que la UE, era el paganini. El cálculo se hacía teniendo en cuenta -deflactando- el factor orográfico, a fin de comparar magnitudes homogéneas. Recuerdo que el coste, en España, doblaba al de Alemania. ¿Cómo es posible esto, si la mordida dicen que es del 2 o del 3%, o aunque sea algo más? Muy sencillo, porque en el delito de cohecho, co-hecho entre dos partes, como su nombre indica, el empresario corrupto tiene al político corrupto agarrado por sus partes pudendas y puede poner a la contrata, el precio que le da la gana. Y al político -en este caso un inmoral de lo más fétido- le da igual el erario público, con tal de trincar.
Esto me lo ha recordado uno de los “reels” que aparecen en FB, sobre la remodelación de las viviendas “gratis total” de dos ministros. Era una entrevista televisada de La Trece, a un empresario de reformas, sobre el coste de las mismas, en esas viviendas tan “sociales” (menestra y menestro), en la que se daban las cifras totales: 1 millón de euros. El precio de una reforma integral de lujo, con domótica incluida, dijo el empresario, oscila entre 600 y 1.200 €/m2. En total eran 575 metros, que el entrevistado calculó a precio máximo y ya salían cifras aberrantes. Yo lo haré a precio medio, para tener cifras reales. 575x900 son 517.500 euros. Lo que se decía: la mitad. Y claro, son bocados muy suculentos, para un país en el que falla descaradamente el sistema de controles, desde los internos de la Administración, al judicial. Es la Transición que nunca se hizo, la del control del poder y de la que el Sanchismo es sólo el corolario. Así nos va.
Por eso, en mayor o menor medida, la corrupción afecta a todos los partidos, empezando por los mayoritarios, que chapotean en ese cieno (dorado) y salen continuamente “retratados” por la UCO. Los dos. Desde el 2%, según dicen, en el “caso Cerdán, Ábalos… and so on”, que afecta al PSOE, hasta las comisiones de las mascarillas, del Presidente, Vicepresidente, etc. de la Diputación de Almería, que son del PP. Pero lo mismo sucede en partidos que venían a regenerar, como Podemos. Al principio dijeron que no cobrarían más de tres veces el salario mínimo. No duden que básicamente por eso lo subieron. Después olvidaron también la promesa.
No son sólo las comisiones. Uno, antes de ser catedrático, en un entorno asimismo marcado por los escándalos -y lo que no se sabe-, desempeñó puestos funcionariales de responsabilidad en varias Administraciones, y claro, he visto muchas cosas, desde el que encarga estudios inútiles, para sacarse la comisión, quemando literalmente dinero público, al alto cargo austero que invita a comer a sus funcionarios, para que sus compañeros no le afeen que les pone en evidencia, al no usar sus gastos de representación, a la pedrea de los “contratitos” de servicios determinados, igualmente inútiles, o las veinte mil subvenciones en proyectos sin ton ni son, para alimentar a las bases corruptas del partido. Y mucho más, en un sistema presupuestario demencial, donde si no gastas lo que a la postre no necesitas, te lo quitan para el siguiente ejercicio. Y finalmente -last but not least- la corrupción moral, la peor de todas, pero de esa hablaremos otro día.
Emilio Suñé es catedrático de Filosofía del Derecho y Derecho Informático de la Universidad Complutense de Madrid.
Pues no. El político corrupto no puede devolver lo robado, ni aunque quisiera, porque gracias al 3 o al 2% de la mordida, el coste de la obra se eleva al doble. ¡Sí, al doble! Ofrecí el ejemplo de un estudio de la UE, de aquella época -hablo de memoria- en el que se calculaba objetivamente el coste del kilómetro de autovía, construida con dinero de fondos estructurales europeos, y por tanto de la que la UE, era el paganini. El cálculo se hacía teniendo en cuenta -deflactando- el factor orográfico, a fin de comparar magnitudes homogéneas. Recuerdo que el coste, en España, doblaba al de Alemania. ¿Cómo es posible esto, si la mordida dicen que es del 2 o del 3%, o aunque sea algo más? Muy sencillo, porque en el delito de cohecho, co-hecho entre dos partes, como su nombre indica, el empresario corrupto tiene al político corrupto agarrado por sus partes pudendas y puede poner a la contrata, el precio que le da la gana. Y al político -en este caso un inmoral de lo más fétido- le da igual el erario público, con tal de trincar.
Esto me lo ha recordado uno de los “reels” que aparecen en FB, sobre la remodelación de las viviendas “gratis total” de dos ministros. Era una entrevista televisada de La Trece, a un empresario de reformas, sobre el coste de las mismas, en esas viviendas tan “sociales” (menestra y menestro), en la que se daban las cifras totales: 1 millón de euros. El precio de una reforma integral de lujo, con domótica incluida, dijo el empresario, oscila entre 600 y 1.200 €/m2. En total eran 575 metros, que el entrevistado calculó a precio máximo y ya salían cifras aberrantes. Yo lo haré a precio medio, para tener cifras reales. 575x900 son 517.500 euros. Lo que se decía: la mitad. Y claro, son bocados muy suculentos, para un país en el que falla descaradamente el sistema de controles, desde los internos de la Administración, al judicial. Es la Transición que nunca se hizo, la del control del poder y de la que el Sanchismo es sólo el corolario. Así nos va.
Por eso, en mayor o menor medida, la corrupción afecta a todos los partidos, empezando por los mayoritarios, que chapotean en ese cieno (dorado) y salen continuamente “retratados” por la UCO. Los dos. Desde el 2%, según dicen, en el “caso Cerdán, Ábalos… and so on”, que afecta al PSOE, hasta las comisiones de las mascarillas, del Presidente, Vicepresidente, etc. de la Diputación de Almería, que son del PP. Pero lo mismo sucede en partidos que venían a regenerar, como Podemos. Al principio dijeron que no cobrarían más de tres veces el salario mínimo. No duden que básicamente por eso lo subieron. Después olvidaron también la promesa.
No son sólo las comisiones. Uno, antes de ser catedrático, en un entorno asimismo marcado por los escándalos -y lo que no se sabe-, desempeñó puestos funcionariales de responsabilidad en varias Administraciones, y claro, he visto muchas cosas, desde el que encarga estudios inútiles, para sacarse la comisión, quemando literalmente dinero público, al alto cargo austero que invita a comer a sus funcionarios, para que sus compañeros no le afeen que les pone en evidencia, al no usar sus gastos de representación, a la pedrea de los “contratitos” de servicios determinados, igualmente inútiles, o las veinte mil subvenciones en proyectos sin ton ni son, para alimentar a las bases corruptas del partido. Y mucho más, en un sistema presupuestario demencial, donde si no gastas lo que a la postre no necesitas, te lo quitan para el siguiente ejercicio. Y finalmente -last but not least- la corrupción moral, la peor de todas, pero de esa hablaremos otro día.
Emilio Suñé es catedrático de Filosofía del Derecho y Derecho Informático de la Universidad Complutense de Madrid.





























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