Feijóo se atasca
Alberto Núñez Feijóo centra toda su estrategia de oposición en reclamar un adelanto electoral, dado que considera que el Gobierno de Pedro Sánchez está achicharrado por la corrupción que le rodea. Sin embargo, ante la resistencia numantina del inquilino de la Moncloa, el líder del PP corre el peligro de desgastarse con un mensaje que no tiene eco y atascarse en su afán de relevar a Sánchez.
Feijóo y sus 'barones' proclaman que la legislatura no da más de sí. Y es cierto. A los casos de corrupción que salpican a la familia de Sánchez y a su Gobierno, se suma la ausencia de Presupuestos por tercer año consecutivo, la imposibilidad de sacar adelante leyes por la división entre los socios de la coalición Frankenstein, y el propio enfrentamiento entre las facciones socialista y comunista del Ejecutivo, como se acaba de ver con el plan de paz de Gaza presentado por Donal Trump, y que ha desencadenado el enésimo choque entre Sánchez y Yolanda Díaz. Es así y Feijóo hace bien en recordar el "desgobierno" de España. Sin embargo, debe resultar frustrante que su rival político desoiga sus reiteradas peticiones de adelantar las elecciones. Sánchez es conocido por su capacidad de resistencia y ahí sigue, dispuesto a aguantar hasta 2027.
Ante esta situación, Feijóo debería repensar su estrategia. No puede fiarlo todo a la actuación de los jueces en su obligación de perseguir la corrupción. No debe esperar a que le hagan su trabajo. Si de verdad quiere ganar las elecciones, el líder del PP debería aprovechar la ocasión para desbrozar un auténtico programa de gobierno que ilusione a los españoles, con propuestas concretas y factibles para resolver los problemas de los ciudadanos: paro, vivienda, carestía de la vida, inmigración, seguridad, relaciones exteriores, etc. Y esa labor no la está culminando. Es más, sus giros en materia de inmigración, por ejemplo, causan perplejidad entre el electorado. Un día vota con el PSOE a favor de una regularización masiva de inmigrantes, y al otro adelanta a Vox por la derecha y plantea la expulsión masiva de extranjeros.
Por muchas cumbres con 'barones' que organice el PP, es evidente que su líder parece atascado en su tarea de oposición. Y no sólo en las encuestas, en las que no despega pese a los muchos problemas que acosan al PSOE. Y para mayor nerviosismo contempla cómo Vox crece de manera notable, quizá porque el mensaje de Santiago Abascal y los suyos llega más nítidamente, a diferencia de lo que les ocurre a los populares. Precisamente, sus relaciones con Vox son otra de las cuestiones que tendría que aclarar Feijóo, que dice pretender gobernar en solitario pero que, muy probablemente, necesitará al partido verde para alcanzar la Moncloa. ¿Aceptaría una coalición de gobierno con Vox? o ¿preferiría pactar con lo que quede del PSOE post-Sánchez? Ese es el difícil panorama que afronta el PP y no son tiempos para pusilánimes si no quieren quedarse atascados y verse superados por las circunstancias.
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Feijóo y sus 'barones' proclaman que la legislatura no da más de sí. Y es cierto. A los casos de corrupción que salpican a la familia de Sánchez y a su Gobierno, se suma la ausencia de Presupuestos por tercer año consecutivo, la imposibilidad de sacar adelante leyes por la división entre los socios de la coalición Frankenstein, y el propio enfrentamiento entre las facciones socialista y comunista del Ejecutivo, como se acaba de ver con el plan de paz de Gaza presentado por Donal Trump, y que ha desencadenado el enésimo choque entre Sánchez y Yolanda Díaz. Es así y Feijóo hace bien en recordar el "desgobierno" de España. Sin embargo, debe resultar frustrante que su rival político desoiga sus reiteradas peticiones de adelantar las elecciones. Sánchez es conocido por su capacidad de resistencia y ahí sigue, dispuesto a aguantar hasta 2027.
Ante esta situación, Feijóo debería repensar su estrategia. No puede fiarlo todo a la actuación de los jueces en su obligación de perseguir la corrupción. No debe esperar a que le hagan su trabajo. Si de verdad quiere ganar las elecciones, el líder del PP debería aprovechar la ocasión para desbrozar un auténtico programa de gobierno que ilusione a los españoles, con propuestas concretas y factibles para resolver los problemas de los ciudadanos: paro, vivienda, carestía de la vida, inmigración, seguridad, relaciones exteriores, etc. Y esa labor no la está culminando. Es más, sus giros en materia de inmigración, por ejemplo, causan perplejidad entre el electorado. Un día vota con el PSOE a favor de una regularización masiva de inmigrantes, y al otro adelanta a Vox por la derecha y plantea la expulsión masiva de extranjeros.
Por muchas cumbres con 'barones' que organice el PP, es evidente que su líder parece atascado en su tarea de oposición. Y no sólo en las encuestas, en las que no despega pese a los muchos problemas que acosan al PSOE. Y para mayor nerviosismo contempla cómo Vox crece de manera notable, quizá porque el mensaje de Santiago Abascal y los suyos llega más nítidamente, a diferencia de lo que les ocurre a los populares. Precisamente, sus relaciones con Vox son otra de las cuestiones que tendría que aclarar Feijóo, que dice pretender gobernar en solitario pero que, muy probablemente, necesitará al partido verde para alcanzar la Moncloa. ¿Aceptaría una coalición de gobierno con Vox? o ¿preferiría pactar con lo que quede del PSOE post-Sánchez? Ese es el difícil panorama que afronta el PP y no son tiempos para pusilánimes si no quieren quedarse atascados y verse superados por las circunstancias.
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