Un Sánchez en el banquillo

 

La decisión de la Audiencia confirma lo que muchos vaticinaban, al tiempo que respalda el buen hacer de la jueza Beatriz Biedma durante la instrucción, una magistrada que ha cumplido escrupulosamente con lo que marca la ley resistiendo las fuertes presiones recibidas por tratarse del hermanísimo del presidente. Durante la instrucción se ha demostrado que David Sánchez cobró un suculento sueldo público sin haber trabajado nunca. De hecho, él mismo admitió de forma patética que no sabía ni donde estaba su despacho, ni a qué se dedicaba la oficina que supuestamente dirigía. 

 

Para mayor sonrojo, su supuesto domicilio en Elvas (Portugal) para no pagar impuestos en España no lo pisó nunca y ahora se ha desvelado que el presidente del Gobierno le acogió y escondió en el Palacio de la Moncloa con todos los gastos pagados por el contribuyente. Todo un escándalo, aunque ningún fiscal ni la Hacienda dirigida por la palmera mayor del reino moverán un dedo para investigar un presunto fraude fiscal. Una actitud que contrasta radicalmente con el caso del novio de Isabel Díaz Ayuso -que se sentará en el banquillo por irregularidades fiscales- convenientemente jaleado por las huestes socialistas para tratar de destruir la carrera de la presidenta de la Comunidad de Madrid.

 

Con el inminente juicio de David Sánchez, el inquilino de la Moncloa recibe un mazazo judicial y ve cómo su estrategia de defensa de su hermano se derrumba. Una estrategia al más puro modo totalitario, basada en atacar a los jueces y a los medios, a quienes acusó reiteradamente de inventarse bulos para hacerle daño. Sin embargo, a este caso le seguirán los del fiscal general del Estado, Begoña Gómez y dos exsecretarios de Organización del PSOE, todos ellos con el denominador común de la corrupción. Y nada de ello parece afectar a Sánchez, un personaje que se resiste a dimitir pese a ser indigno de representar a España.