Las checas socialistas: un paseo por el horror y la muerte
"¿Programa de acción!? ¡Supresión de todas las personas que por su situación económica o por sus antecedentes puedan ser una rémora para la revolución!" (Largo Caballero, Presidente del Gobierno y diputado del PSOE, en 'El Liberal de Bilbao', 20 de enero de 1936).
Las checas fueron centros que asumían tareas represivas con facultades para realizar detenciones, requisas, torturas y asesinatos, que fueron creados en los primeros meses de la Guerra Civil por los milicianos de partidos y sindicatos de izquierda, en el que se encerraba y torturaba sistemáticamente a personas de derechas, católicas o simplemente sospechosas. Se dieron sobre todo en Madrid, Barcelona y Valencia.
El término “checa” procede de la Cheká, la primera policía política soviética creada en Rusia en 1917, la “Comisión extraordinaria panrusa para la supresión de la contrarrevolución y el espionaje” (las iniciales Chk son las iniciales del nombre de este organismo en ruso).
A diferencia del caso bolchevique, en España las checas no iban a ser exclusivas del Partido Comunista sino de todas las organizaciones activas en la retaguardia controlada por el Frente Popular, que coincidían en la voluntad de exterminio de las personas y sectores sociales considerados un obstáculo para la nueva sociedad que se pretendía implantar.
La historiografía marxista trata de justificar el horror de las checas argumentando que se debieron a la actividad espontánea del “pueblo”, en venganza por la explotación y los abusos que había sufrido por las clases dominantes durante muchos años, pero desde principios de agosto de 1936, tras la creación del Comité Provincial de Investigación Pública, las checas pasan a trabajar en estrecho contacto con la Dirección General de Seguridad, para posteriormente, a partir de agosto de 1937, quedar soterradas bajo la ferocidad represiva del SIM (“Servicio de Información Militar”), creado por Indalecio Prieto, con lo cual se demuestra que el terror de las checas estuvo perfectamente organizado y planificado por el Frente Popular.
Todos los partidos políticos que conformaban el Frente popular, socialistas, anarquistas, comunistas, izquierdistas republicanos, así como ateneos, comités, radios, sindicatos y otras organizaciones, dispusieron de una checa.
Una investigación exhaustiva del CEU Instituto de Estudios Históricos dado a conocer en 2016 demostró que en Madrid hubo 345 checas, de las cuales 90 estaban bajo control anarquista, 89 bajo control comunista, 49 bajo control socialista, y otras 73 estaban vinculadas a unidades concretas de milicias y del ejército popular. Sin embargo, dado que el PSOE fue el partido que asumió más amplias cotas de poder en el tiempo en el que existieron, la responsabilidad última de las checas hay que atribuirla a los socialistas, aparte de que sus militantes y agrupaciones crearon algunas de las checas más temibles.
La Agrupación Socialista Madrileña creó una checa en el número 103 de la calle Fuencarral, en un palacio propiedad del conde de Eleta del que se había apoderado el PSOE.
Un departamento esa Agrupación, denominado Comisión de Información Electoral Permanente (CIEP), había contado en períodos electorales con el estudio del censo de la capital. Esta circunstancia se traducía en la posesión de abundantes datos sobre la ideología política de los vecinos de Madrid, lo que resultaba especialmente interesante a efectos represivos.
A cargo de esta comisión se hallaba el socialista Julio de Mora Martínez, quien venía demostrando una capacidad gestora considerable. De hecho, al estallar la revolución en julio de 1936, el PSOE se había apoderado de un millar de inmuebles en la capital pero en lugar de proporcionarles una finalidad social o de proceder a su reparto entre los necesitados, se había limitado a sustituir a sus propietarios percibiendo el PSOE las rentas de la misma manera que éstos lo habían hecho hasta entonces. Para llevar a cabo esa tarea de percepción de haberes en lugar de los propietarios legítimos, Enrique de Francisco, diputado del PSOE y dirigente de la Agrupación Socialista Madrileña, había nombrado a Julio de Mora Martínez.
La transformación en checa de lo que hasta ese momento había sido un organismo de información y percepción de rentas se llevó a cabo mediante la adscripción de un cierto número de agentes de policía de reciente creación y afiliados al PSOE.
Esta checa practicó numerosas detenciones y asesinatos. En algunas ocasiones, estas acciones fueron realizadas directamente y en otras recurriendo al expediente de entregar a los detenidos a la checa de Fomento para que ésta procediera a darles muerte.
Las acciones del socialista Julio de Mora y de sus chequistas fueron también similares a las realizadas por otras checas en relación al exterminio del clero. En octubre de 1936, por ejemplo, De Mora dio órdenes directas para que se asesinara a un grupo de monjas que habían sido detenidas por sus hombres.
Sin embargo, quizá el aspecto más significativo de la actuación del socialista De Mora fue que, desde los primeros días de la guerra, fue consciente —¿quizá informado por sus superiores del PSOE o del Frente Popular?— de que los asesinatos pasarían a convertirse en matanzas masivas de detenidos. Así, ya en agosto de 1936, De Mora dio órdenes para que se abrieran fosas en el pueblo de Boadilla que debían servir para los enterramientos en masa de los asesinados por las checas. En otras palabras, la adopción del sistema bolchevique de matanzas y enterramientos masivos.
Relacionada de manera especial con el PSOE estuvo la checa sita en el número 1 de la calle Marqués de Riscal. La misma, además de la sede oficial, contaba con dos sucursales en el número 7 de la calle Fernández de la Hoz y en el 17 de la calle Caracas.
Sus miembros fueron proporcionados por las milicias del Círculo Socialista del Sur que, más tarde, se convertirían en la primera compañía de enlace de la Inspección General de Milicias Populares. Ésta se encontraba bajo la inmediata dependencia del socialista Ángel Galarza Gago, ministro de la Gobernación, y tenía como finalidad proporcionarle escolta y proteger el edificio del ministerio que regía.
La checa, una de las caracterizadas por una actuación más cruenta, era de composición mayoritariamente socialista.
Los asesinatos realizados por esta checa del PSOE se realizaban en los altos del Hipódromo y en la pradera de San Isidro y resultaba frecuente que fueran precedidos por sesiones de tortura.
Como en el caso de las demás checas, la del Marqués de Riscal se había beneficiado de los frutos de repetidos saqueos. Las alhajas y objetos de valor obtenidos por estos medios se entregaban a un fundidor miembro del Círculo Socialista del Sur, pasando después el metal a manos de Manuel Muñoz, el director general de Seguridad. En el momento de la huida del gobierno frentepopulista hacia Levante, los chequistas, siguiendo órdenes del ministro Galarza, procedieron a cargar los objetos de valor en maletas y llevarlos consigo. Llegaron con su preciosa carga hasta Barcelona donde sus planes se vieron frustrados ya que algunos milicianos de la CNT detuvieron a los chequistas y les arrancaron el botín.
La checa socialista más conocida fue la de Agapito García Atadell, establecida en el Paseo de la Castellana 42, en el palacete de los Condes de Rincón que hacía esquina con la desaparecida calle Martínez de la Rosa, requisado por los republicanos.
Los orígenes de la misma se hallan en los nombramientos de agentes de policía que durante el mes de agosto de 1936 realizó el gobierno del Frente Popular y que recayeron de manera numéricamente muy significativa en afiliados al PSOE. Algunos de estos nuevos agentes de policía fueron agregados a la Brigada de Investigación Criminal en cuyo seno servían a las órdenes de Agapito García Atadell, un tipógrafo del PSOE estrechamente relacionado con Indalecio Prieto.
La checa —que adoptó el nombre oficial de Milicias Populares de Investigación— contaba con cuarenta y ocho agentes, todos ellos nombrados por el gobierno del Frente Popular.
Agapito dominaba las checas del PSOE, y era el director de las Brigadas del Amanecer. Utilizaba los archivos del Ministerio de la Gobernación (actualmente Interior) para perseguir a gente de derechas y católicos.
La checa contaba para sus tareas represivas con la colaboración de la Agrupación Socialista Madrileña y de la representación del PSOE en el Parlamento. De hecho, no fueron raras las visitas a la checa por parte de autoridades socialistas, como el ministro Anastasio de Gracia, para felicitar a sus miembros por las tareas que llevaban a cabo. Esta identificación no resulta extraña por cuanto la checa socialista de García Atadell se encargó en distintas ocasiones de asesinar a personas con las que tenían enemistad distintos dirigentes del PSOE.
El número de asesinados por la checa socialista de García Atadell fue muy numeroso (se calcula que en torno a 800 víctimas), siendo ejecutadas las muertes por agentes de la después de trasladar a los detenidos a la Ciudad Universitaria y otros lugares situados a las afueras de Madrid.
El principal responsable de las checas madrileñas fue Ángel Galarza Gago, cabecilla republicano y después miembro del PSOE, que ejerció los cargos de fiscal general de la República, director general de Seguridad y ministro del Gobierno del Frente Popular, y fue el organizador de las checas de las M.V.R. y amparador y director de las checas de Atadell, Riscal y otras, de las que se servía para su protección personal y para sus crímenes. El 1 de julio de 1936, espetó a José Calvo Sotelo: «Pensando en usted encuentro justificado el atentado personal».
Creó la Guardia de Asalto, una policía política de infausto recuerdo. También creó las Milicias de Retaguardia, alentó los paseíllos y las sacas de la cárcel. Era la «justicia popular» para hacer «la revolución». Se atribuye mucha responsabilidad en el genocidio de Paracuellos.
A partir de noviembre del 36, cuando las checas empezaron a decaer, por cansancio o por las denuncias de los embajadores que tenían sede en Madrid, el protagonismo en la represión pasa a ser ejercido por el SIM (Servicio de Información Militar), creado el 9 de agosto de 1937 por el socialista Indalecio Prieto como agencia de inteligencia y del servicio de seguridad de la República.
En su dirección destacó el coronel Uribarri, quien permitió que el SIM se convirtiera en lo que Prieto temía: en una policía política comunista. Huido a Francia, fue reemplazado por Santiago Garcés, miembro del PSOE, que estuvo implicado en el asesinato de Calvo Sotelo.
Su objetivo era perseguir las actividades de quintacolumnistas y disidentes de toda clase (incluyendo trotskistas y anarquistas), actuando como una auténtica policía política, empleando para su actividad represora la tortura (copiada de la NKVD soviética), para lo cual disponía de cárceles y campos de concentración de su propiedad, y de unos 6.000 agentes, solo en Madrid, aunque el SIM tuvo un especial protagonismo en Barcelona, en especial en las temibles checas de las calles Zaragoza y Vallmajor. Alfonso Laurencic (el diseñador de la terrible checa de Vallmajor), afirmó que las órdenes directas recibidas eran del jefe supremo del SIM (Garcés, del PSOE)
En Madrid el SIM fue dirigido por Ángel Pedrero, del PSOE, ayudante y sucesor de Agapito García Atadell.
César Alcalá (historiador, escritor y periodista, especialista en la Guerra civil española) cita a un periodista de la época que pudo escapar de las torturas: “El SIM era el PSOE, la checa era el PSOE, los torturadores eran el PSOE (...) El SIM fue un plagio de las checas soviéticas, pero la dirección y el personal gerente en casi su totalidad, pertenecía al PSOE”.
Después de casi 90 años de su diabólica actividad, el PSOE todavía no ha pedido perdón por el terror de las checas, como tampoco ha reconocido su culpa en el horrible genocidio católico que protagonizó.
Después de casi 90 años, España está hoy gobernada por una ralea de sociatas que pueden considerarse los ectoplasmas de aquellos ascendientes suyos que desencadenaron en nuestra Patria la orgía de sangre de las checas. Aquí están otra vez, desmochando la dictacracia española para instaurar el Estado-checa al que aspira la izquierda en todas partes, en todo tiempo, para implementar el sistema de gobierno de la Agenda 2030… del Anticristo, en suma… “Vade retro, Satana”.
Para ver un vídeo del autor sobre las checas: https://youtu.be/UhMtTqPmbMQ
![[Img #164292]](https://madridpress.com/upload/images/08_2025/149_checas.png)
Las checas fueron centros que asumían tareas represivas con facultades para realizar detenciones, requisas, torturas y asesinatos, que fueron creados en los primeros meses de la Guerra Civil por los milicianos de partidos y sindicatos de izquierda, en el que se encerraba y torturaba sistemáticamente a personas de derechas, católicas o simplemente sospechosas. Se dieron sobre todo en Madrid, Barcelona y Valencia.
El término “checa” procede de la Cheká, la primera policía política soviética creada en Rusia en 1917, la “Comisión extraordinaria panrusa para la supresión de la contrarrevolución y el espionaje” (las iniciales Chk son las iniciales del nombre de este organismo en ruso).
A diferencia del caso bolchevique, en España las checas no iban a ser exclusivas del Partido Comunista sino de todas las organizaciones activas en la retaguardia controlada por el Frente Popular, que coincidían en la voluntad de exterminio de las personas y sectores sociales considerados un obstáculo para la nueva sociedad que se pretendía implantar.
![[Img #164293]](https://madridpress.com/upload/images/08_2025/8867_checas2.png)
Todos los partidos políticos que conformaban el Frente popular, socialistas, anarquistas, comunistas, izquierdistas republicanos, así como ateneos, comités, radios, sindicatos y otras organizaciones, dispusieron de una checa.
Una investigación exhaustiva del CEU Instituto de Estudios Históricos dado a conocer en 2016 demostró que en Madrid hubo 345 checas, de las cuales 90 estaban bajo control anarquista, 89 bajo control comunista, 49 bajo control socialista, y otras 73 estaban vinculadas a unidades concretas de milicias y del ejército popular. Sin embargo, dado que el PSOE fue el partido que asumió más amplias cotas de poder en el tiempo en el que existieron, la responsabilidad última de las checas hay que atribuirla a los socialistas, aparte de que sus militantes y agrupaciones crearon algunas de las checas más temibles.
La Agrupación Socialista Madrileña creó una checa en el número 103 de la calle Fuencarral, en un palacio propiedad del conde de Eleta del que se había apoderado el PSOE.
Un departamento esa Agrupación, denominado Comisión de Información Electoral Permanente (CIEP), había contado en períodos electorales con el estudio del censo de la capital. Esta circunstancia se traducía en la posesión de abundantes datos sobre la ideología política de los vecinos de Madrid, lo que resultaba especialmente interesante a efectos represivos.
A cargo de esta comisión se hallaba el socialista Julio de Mora Martínez, quien venía demostrando una capacidad gestora considerable. De hecho, al estallar la revolución en julio de 1936, el PSOE se había apoderado de un millar de inmuebles en la capital pero en lugar de proporcionarles una finalidad social o de proceder a su reparto entre los necesitados, se había limitado a sustituir a sus propietarios percibiendo el PSOE las rentas de la misma manera que éstos lo habían hecho hasta entonces. Para llevar a cabo esa tarea de percepción de haberes en lugar de los propietarios legítimos, Enrique de Francisco, diputado del PSOE y dirigente de la Agrupación Socialista Madrileña, había nombrado a Julio de Mora Martínez.
La transformación en checa de lo que hasta ese momento había sido un organismo de información y percepción de rentas se llevó a cabo mediante la adscripción de un cierto número de agentes de policía de reciente creación y afiliados al PSOE.
Esta checa practicó numerosas detenciones y asesinatos. En algunas ocasiones, estas acciones fueron realizadas directamente y en otras recurriendo al expediente de entregar a los detenidos a la checa de Fomento para que ésta procediera a darles muerte.
Las acciones del socialista Julio de Mora y de sus chequistas fueron también similares a las realizadas por otras checas en relación al exterminio del clero. En octubre de 1936, por ejemplo, De Mora dio órdenes directas para que se asesinara a un grupo de monjas que habían sido detenidas por sus hombres.
Sin embargo, quizá el aspecto más significativo de la actuación del socialista De Mora fue que, desde los primeros días de la guerra, fue consciente —¿quizá informado por sus superiores del PSOE o del Frente Popular?— de que los asesinatos pasarían a convertirse en matanzas masivas de detenidos. Así, ya en agosto de 1936, De Mora dio órdenes para que se abrieran fosas en el pueblo de Boadilla que debían servir para los enterramientos en masa de los asesinados por las checas. En otras palabras, la adopción del sistema bolchevique de matanzas y enterramientos masivos.
Relacionada de manera especial con el PSOE estuvo la checa sita en el número 1 de la calle Marqués de Riscal. La misma, además de la sede oficial, contaba con dos sucursales en el número 7 de la calle Fernández de la Hoz y en el 17 de la calle Caracas.
Sus miembros fueron proporcionados por las milicias del Círculo Socialista del Sur que, más tarde, se convertirían en la primera compañía de enlace de la Inspección General de Milicias Populares. Ésta se encontraba bajo la inmediata dependencia del socialista Ángel Galarza Gago, ministro de la Gobernación, y tenía como finalidad proporcionarle escolta y proteger el edificio del ministerio que regía.
La checa, una de las caracterizadas por una actuación más cruenta, era de composición mayoritariamente socialista.
Los asesinatos realizados por esta checa del PSOE se realizaban en los altos del Hipódromo y en la pradera de San Isidro y resultaba frecuente que fueran precedidos por sesiones de tortura.
Como en el caso de las demás checas, la del Marqués de Riscal se había beneficiado de los frutos de repetidos saqueos. Las alhajas y objetos de valor obtenidos por estos medios se entregaban a un fundidor miembro del Círculo Socialista del Sur, pasando después el metal a manos de Manuel Muñoz, el director general de Seguridad. En el momento de la huida del gobierno frentepopulista hacia Levante, los chequistas, siguiendo órdenes del ministro Galarza, procedieron a cargar los objetos de valor en maletas y llevarlos consigo. Llegaron con su preciosa carga hasta Barcelona donde sus planes se vieron frustrados ya que algunos milicianos de la CNT detuvieron a los chequistas y les arrancaron el botín.
La checa socialista más conocida fue la de Agapito García Atadell, establecida en el Paseo de la Castellana 42, en el palacete de los Condes de Rincón que hacía esquina con la desaparecida calle Martínez de la Rosa, requisado por los republicanos.
Los orígenes de la misma se hallan en los nombramientos de agentes de policía que durante el mes de agosto de 1936 realizó el gobierno del Frente Popular y que recayeron de manera numéricamente muy significativa en afiliados al PSOE. Algunos de estos nuevos agentes de policía fueron agregados a la Brigada de Investigación Criminal en cuyo seno servían a las órdenes de Agapito García Atadell, un tipógrafo del PSOE estrechamente relacionado con Indalecio Prieto.
La checa —que adoptó el nombre oficial de Milicias Populares de Investigación— contaba con cuarenta y ocho agentes, todos ellos nombrados por el gobierno del Frente Popular.
Agapito dominaba las checas del PSOE, y era el director de las Brigadas del Amanecer. Utilizaba los archivos del Ministerio de la Gobernación (actualmente Interior) para perseguir a gente de derechas y católicos.
La checa contaba para sus tareas represivas con la colaboración de la Agrupación Socialista Madrileña y de la representación del PSOE en el Parlamento. De hecho, no fueron raras las visitas a la checa por parte de autoridades socialistas, como el ministro Anastasio de Gracia, para felicitar a sus miembros por las tareas que llevaban a cabo. Esta identificación no resulta extraña por cuanto la checa socialista de García Atadell se encargó en distintas ocasiones de asesinar a personas con las que tenían enemistad distintos dirigentes del PSOE.
El número de asesinados por la checa socialista de García Atadell fue muy numeroso (se calcula que en torno a 800 víctimas), siendo ejecutadas las muertes por agentes de la después de trasladar a los detenidos a la Ciudad Universitaria y otros lugares situados a las afueras de Madrid.
El principal responsable de las checas madrileñas fue Ángel Galarza Gago, cabecilla republicano y después miembro del PSOE, que ejerció los cargos de fiscal general de la República, director general de Seguridad y ministro del Gobierno del Frente Popular, y fue el organizador de las checas de las M.V.R. y amparador y director de las checas de Atadell, Riscal y otras, de las que se servía para su protección personal y para sus crímenes. El 1 de julio de 1936, espetó a José Calvo Sotelo: «Pensando en usted encuentro justificado el atentado personal».
Creó la Guardia de Asalto, una policía política de infausto recuerdo. También creó las Milicias de Retaguardia, alentó los paseíllos y las sacas de la cárcel. Era la «justicia popular» para hacer «la revolución». Se atribuye mucha responsabilidad en el genocidio de Paracuellos.
A partir de noviembre del 36, cuando las checas empezaron a decaer, por cansancio o por las denuncias de los embajadores que tenían sede en Madrid, el protagonismo en la represión pasa a ser ejercido por el SIM (Servicio de Información Militar), creado el 9 de agosto de 1937 por el socialista Indalecio Prieto como agencia de inteligencia y del servicio de seguridad de la República.
En su dirección destacó el coronel Uribarri, quien permitió que el SIM se convirtiera en lo que Prieto temía: en una policía política comunista. Huido a Francia, fue reemplazado por Santiago Garcés, miembro del PSOE, que estuvo implicado en el asesinato de Calvo Sotelo.
Su objetivo era perseguir las actividades de quintacolumnistas y disidentes de toda clase (incluyendo trotskistas y anarquistas), actuando como una auténtica policía política, empleando para su actividad represora la tortura (copiada de la NKVD soviética), para lo cual disponía de cárceles y campos de concentración de su propiedad, y de unos 6.000 agentes, solo en Madrid, aunque el SIM tuvo un especial protagonismo en Barcelona, en especial en las temibles checas de las calles Zaragoza y Vallmajor. Alfonso Laurencic (el diseñador de la terrible checa de Vallmajor), afirmó que las órdenes directas recibidas eran del jefe supremo del SIM (Garcés, del PSOE)
En Madrid el SIM fue dirigido por Ángel Pedrero, del PSOE, ayudante y sucesor de Agapito García Atadell.
César Alcalá (historiador, escritor y periodista, especialista en la Guerra civil española) cita a un periodista de la época que pudo escapar de las torturas: “El SIM era el PSOE, la checa era el PSOE, los torturadores eran el PSOE (...) El SIM fue un plagio de las checas soviéticas, pero la dirección y el personal gerente en casi su totalidad, pertenecía al PSOE”.
Después de casi 90 años de su diabólica actividad, el PSOE todavía no ha pedido perdón por el terror de las checas, como tampoco ha reconocido su culpa en el horrible genocidio católico que protagonizó.
Después de casi 90 años, España está hoy gobernada por una ralea de sociatas que pueden considerarse los ectoplasmas de aquellos ascendientes suyos que desencadenaron en nuestra Patria la orgía de sangre de las checas. Aquí están otra vez, desmochando la dictacracia española para instaurar el Estado-checa al que aspira la izquierda en todas partes, en todo tiempo, para implementar el sistema de gobierno de la Agenda 2030… del Anticristo, en suma… “Vade retro, Satana”.
Para ver un vídeo del autor sobre las checas: https://youtu.be/UhMtTqPmbMQ
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