Todos contra Camps
Los habitantes de los despachos de la calle Génova, sede del PP, no son expertos en degustar y digerir la paella valenciana. Ni los arroces de Alicante, ni la Olla de la Plana, no muy conocida fuera de Castellón. Por eso, no son de extrañar tres actitudes que han tomado, una detrás de otra, a cada cuál más errónea.
Primero, el ominoso silencio ante la exculpación de uno de sus mártires, Francisco Camps, después del ostracismo social, sufridos durante quince años, ante unas acusaciones que le señalaban como el gran corrupto de la trama Gürtel. Quince años de la vida de una persona, soportando el destierro social, la asunción de apestado de honor, sufriendo el alejamiento de las falsas amistades, y, claro, el discreto silencio del partido. El discreto silencio mientras los jueces iban exculpando a la víctima, se basaban en el superior interés del partido. Y no lo criticamos. Pero cuando ya se desvanecen las acusaciones como falsas, y aparece la injusticia social, política y jurídica, en todo su esplendor, el silencio del PP se torna repugnante, porque es uno de los suyos el que ha sacrificado -¡quince años de su vida!- sin que merezca ni una leve palmada en la espalda.
Segundo, la dubitativa actitud ante la deficiente gestión de la Dana, por parte del presidente actual de la Comunidad Valenciana, la falta de criterio, y ya -inesperadamente- la ovación al deficiente gestor, y los grandes abrazos, como si fuera un héroe, cuando es una persona que impedirá que el PP vuelva a gobernar en Valencia.
Tercero, la decisión de aplazar, sine die, el congreso del PP, ante la aparición de Francisco Camps, limpio de sospecha, no sea que se haga con la presidencia del partido, y ponga al deficiente presidente de la Comunidad Valenciana en una situación incómoda.
Ya sólo nos falta que a Francisco Camps le atropelle un coche, y alguien de Ferraz se lamente por lo que parece un accidente.
Ni supieron qué hacer con Rita Barberá, salvo empujarla a la depresión que aceleró su muerte, ni qué hacer con el presidente actual de la Comunidad. Lo que sí parece que tienen claro en Génova es que a un hombre, que ha sufrido una larga pena de destierro social, no hay que darle ni siquiera un vaso de agua, a pesar de su valía, de su resistencia, de su constancia, y de su talento. Todos contra Camps. Y el jefe del PP tiene que saberlo. O lo ha ordenado él, o es cómplice.
Primero, el ominoso silencio ante la exculpación de uno de sus mártires, Francisco Camps, después del ostracismo social, sufridos durante quince años, ante unas acusaciones que le señalaban como el gran corrupto de la trama Gürtel. Quince años de la vida de una persona, soportando el destierro social, la asunción de apestado de honor, sufriendo el alejamiento de las falsas amistades, y, claro, el discreto silencio del partido. El discreto silencio mientras los jueces iban exculpando a la víctima, se basaban en el superior interés del partido. Y no lo criticamos. Pero cuando ya se desvanecen las acusaciones como falsas, y aparece la injusticia social, política y jurídica, en todo su esplendor, el silencio del PP se torna repugnante, porque es uno de los suyos el que ha sacrificado -¡quince años de su vida!- sin que merezca ni una leve palmada en la espalda.
Segundo, la dubitativa actitud ante la deficiente gestión de la Dana, por parte del presidente actual de la Comunidad Valenciana, la falta de criterio, y ya -inesperadamente- la ovación al deficiente gestor, y los grandes abrazos, como si fuera un héroe, cuando es una persona que impedirá que el PP vuelva a gobernar en Valencia.
Tercero, la decisión de aplazar, sine die, el congreso del PP, ante la aparición de Francisco Camps, limpio de sospecha, no sea que se haga con la presidencia del partido, y ponga al deficiente presidente de la Comunidad Valenciana en una situación incómoda.
Ya sólo nos falta que a Francisco Camps le atropelle un coche, y alguien de Ferraz se lamente por lo que parece un accidente.
Ni supieron qué hacer con Rita Barberá, salvo empujarla a la depresión que aceleró su muerte, ni qué hacer con el presidente actual de la Comunidad. Lo que sí parece que tienen claro en Génova es que a un hombre, que ha sufrido una larga pena de destierro social, no hay que darle ni siquiera un vaso de agua, a pesar de su valía, de su resistencia, de su constancia, y de su talento. Todos contra Camps. Y el jefe del PP tiene que saberlo. O lo ha ordenado él, o es cómplice.
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.167