El fiscal general, en el banquillo de los acusados

 

Que un fiscal general sea procesado como un delincuente es grave, pero en este caso la gravedad se acentúa porque tal supuesto delito lo cometió por "indicaciones recibidas de Presidencia del Gobierno" como señala en el auto el magistrado del Tribunal Supremo Ángel Hurtado. Y ahí es donde cabe recordar la famosa frase de Sánchez "¿de quién depende el fiscal general?, pues eso", dicho en un tono que ya anticipaba su forma autoritaria y desvergonzada de usar el poder.

 

La escena de un fiscal general del Estado sentado en el banquillo como un criminal más es la consecuencia de cómo se usan las cloacas más inmundas desde el propio poder ejecutivo, como se ha visto con la 'pocera' Leire Díez. Una marioneta en manos de Santos Cerdán, dispuesta a chapotear en el albañal socialista diseñado y organizado para mantenerse en el poder desacreditando a todo aquél que ose enfrentarse con la auténtica máquina del fango que, ¡vaya por Dios!, no está en la oposición, ni en los pseudo medios, sino en Moncloa y en el PSOE. 

 

Por supuesto, García Ortiz defiende su inocencia y no piensa dimitir. Como sabe demasiado, aunque se diera prisa en borrar sus mensajes, el ministro escudero Félix Bolaños se ha apresurado a señalar que el Gobierno no va a pedir su dimisión. ¡Faltaría más! Es uno de los suyos. Algunos le llaman el ministro número 24 del Gobierno por su obediencia ciega y su sumisión perruna hacia el número 1. Y Sánchez ¿qué dice? Nada. Lleva 40 días escondido, sin dar la cara. Pero la corrupción que le rodea es ya insoportable. Entre quienes le acompañan hay vulgares comisionistas como Ábalos, Koldo, etc., y lacayos que -y esto es lo peor- trabajan para desmontar el Estado de Derecho y la separación de poderes, atacando sin pudor la independencia de la Justicia. Quieren convertir a España en una república bananera al estilo de Venezuela, país en el que hacen buenos negocios. 

 

De momento, la Justicia está cumpliendo su obligación como baluarte de la democracia. El hermano de Sánchez y el fiscal general, procesados; su mujer, a punto de serlo, y el presidente atrincherado en la Moncloa. Se resiste a convocar elecciones porque sabe que las perdería y se mantiene aunque no puede gobernar porque no tiene ni el apoyo de sus socios. Preguntábamos retóricamente al inicio ¿qué más tiene que pasar para que dimita? Si espera a que pase la tormenta se equivoca porque se anuncian nuevos audios y documentos que le señalan ya abiertamenta como el número 1 de la trama mafiosa. ¡Váyase señor Sánchez! Quite sus zarpas de la democracia y deje que los españoles expresen su opinión en las urnas. Es lo mejor que puede hacer.