Jueves, 11 de Septiembre de 2025

Actualizada Jueves, 11 de Septiembre de 2025 a las 00:01:22 horas

FRANCISCO MURO
Lunes, 19 de Mayo de 2025

Por todos: dos cruces en el IRPF

Estamos en plena declaración de la renta, la contribución de todos a mantener el Estado del Bienestar, la justicia social, el reparto justo -al menos así debería ser- de nuestros impuestos para costear los servicios públicos, atender las desigualdades sociales, hacer posibles inversiones que creen empleo y empujen el desarrollo.


Cómo se reparten esos dineros lo deciden el Gobierno y el Parlamento, por mandato constitucional, aunque llevamos ya años en los que el Gobierno incumple su obligación y el Parlamento no puede decidir, lo que es una anomalía democrática grave. 
 
Aun así, el IRPF, nuestra declaración anual, ofrece desde hace dos décadas la única posibilidad que se nos da a los ciudadanos de decidir dónde queremos que vaya una pequeña parte de nuestros impuestos, el 0,7. Cada año, en esa declaración podemos decidir si queremos que esa pequeña cantidad vaya a la Iglesia Católica -hasta 2006 había una financiación parcial del Estado-, a las organizaciones con fines de interés social, las ONG, o a ambas. No es un dinero que "regala" el Estado o el Gobierno, lo deciden los contribuyentes libremente. El año pasado, casi 9 millones de ciudadanos decidieron que su 0,7 fuera a la Iglesia, 208.000 más que un año antes. Y ese 0,7 significó 382 millones, una pequeña parte de los 1.400 millones que invierte o gasta la Iglesia cada año y que sale de las aportaciones de sus fieles, de los ingresos de patrimonio y de otras actividades. También paga impuestos: 290 millones el último año. Y su impacto total sobre el PIB es de 2.375 millones.
 
Ese dinero, los 328 millones que salen de la decisión de los contribuyentes católicos y de muchos no católicos pero que reconocen la obra social de la Iglesia, y el resto sirven para pagar los salarios, casi todos ellos mínimos, de los 15.285 sacerdotes que atienden a millones de ciudadanos en 22.921 parroquias -cada una de ellas un centro de Cáritas, la gran casa de acogida de los vulnerables- y que se suman a los más de 40.000 religiosos y religiosas y monjes y monjas de clausura. 
 
Pero sobre todo ese dinero sirve para mantener 987 hospitales, ambulatorios, casas para ancianos, enfermos crónicos, mujeres que sufren violencia de género o que quieren abandonar la prostitución y personas con discapacidad. Y de 7.901 centros para mitigar la pobreza, para asistir a migrantes, para promover el trabajo, buscar vivienda digna a los que no la tienen, para la tutela de menores y jóvenes. Y también para garantizar la libertad de enseñanza, la libre elección de centro escolar y cubrir lo que el Estado no cubre en la escuela concertada: 2.536 centros con más de millón y medio de alumnos y 135.000 trabajadores, que ahorran al Estado 4.604 millones de euros al año. 
 
Las cuentas de la Iglesia son transparentes y se presentan cada año, auditadas externamente. Esa Iglesia que son también 9.932 misioneros -como el recién elegido Papa- de ellos 537 familias, en todos los lugares del mundo desde Ucrania a la República Centroafricana. Desde Mali o Camerún al Congo, Guatemala, o México. Desde Djamena en el Chad a Kinsasa o a las Villas Miseria de Buenos Aires. En todos los continentes, en las zonas más pobres, más asoladas por la guerra o la violencia hay misioneros españoles que no abandonan nunca el lugar ni a las personas cuando todos se van. La Iglesia es Cáritas y Manos Unidas. La Iglesia es acogida y entrega, puertas abiertas a todos los que llaman pidiendo ayuda o amparo.
 
Por eso les invito a marcar la casilla de la Iglesia en el IRPF. Y también la de otros fines sociales. En nuestro país, a pesar de todo, sigue creciendo la desigualdad y hay más de ocho millones de personas que viven bajo el umbral de la pobreza. El dinero que del IRPF se destina a la Iglesia y a las ONG llegará a muchos de ellos, a muchos a los que no les llegan las ayudas públicas. A tantos que no tienen trabajo ni una vivienda digna, que tienen hambre y frío, que están solos o enfermos, que tienen que prostituirse para dar de comer a sus hijos, que sufren violencia. Hombres y mujeres, pero también, pero sobre todo niños. Por tantos, marquen las dos casillas. Por y ellos y por todos. También por nosotros. En conciencia.
Comentarios Comentar esta noticia
Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.124

Todavía no hay comentarios

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.