Martes, 30 de Septiembre de 2025

Actualizada Martes, 30 de Septiembre de 2025 a las 09:00:49 horas

LUIS DEL VAL
Viernes, 16 de Mayo de 2025

Les falta la cofia

El servilismo del socialismo español hacia sus amos -los secesionistas- es tan constante y persistente, que comienza a acogotarnos.


La última orden acatada con entusiasmo por el presidente de la Generalitat, Salvador Illa, ha sido la de volver a la dictadura lingüística, en ese intento fracasado de erradicar el castellano de la comunidad española llamada Cataluña. Y, digo fracasado, porque habría que emplear una tiranía sin misericordia para prohibir la venta de libros en castellano, las emisiones de radio y televisión, la edición de periódicos, y, por supuesto, meter en la cárcel a Eduardo Mendoza, el escritor catalán que, no sólo escribe en castellano, sino que ha aceptado el premio Cervantes -¡Cervantes! ¡Qué horror- y, hace poco, el premio Princesa de Asturias, un título perteneciente a una monarquía que está en contra de que la región catalana se convierta en la Republiqueta de Cataluña.
 
Otro de los criados reconvertidos del socialismo español es el ministro de Asuntos Exteriores, que está el pobre tan azacanado en cumplir la orden de sus señoritos -para que en la Unión Europea los suecos, los alemanes, los griegos y los polacos, escuchen cómo suena el catalán en Estrasburgo- que apenas puede hacer otra cosa que tratar de cortar las relaciones diplomáticas con Israel. El ministro, José Luis Albares, ya sabe que encontrar 24 traductores, que conviertan el catalán en polaco, danés, griego, alemán, etcétera, es muy costoso, pero España pondrá los millones que hagan falta para que eso sea posible, y el diputado europeo catalán pueda decir "Bona tarda", y el eurodiputado francés escuche por el auricular "Bon aprés-midi".
 
Bueno, pues la UE no está por aprobar, no por el costo -que los pagaremos los contribuyentes españoles- sino porque temen que, enseguida, reclamen que también sea oficial el flamenco, limburgués, alemán bávaro, occitano, bretón, napolitano, salesiano, moldavo... y podemos añadir otros españoles como el gallego y el vasco. No soy un estudioso de la Biblia, pero no sé yo si en Babel habría tantos idiomas.
 
Contemplar a un ministro de Asuntos Exteriores y a un presidente de la autonomía de Cataluña, tan serviles y obedientes, como si esos fueran los asuntos más importante de su competencia, incita a pensar que sólo les falta la cofia tradicional asociada al servicio doméstico.
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