Feijóo rescatará a Sánchez

 

Acuciado por la UE y la OTAN, Sánchez asegura que cumplirá el compromiso de llegar al 2% del gasto en defensa (32.000 millones de euros). Pero no dice cómo lo hará. Todos sus socios de gobierno ya se han apresurado a señalar que están en contra. Este jueves se lo dirán a la cara en los encuentros que ha convocado en la Moncloa. Yolanda Díaz se ha mostrado reacia porque considera que el aumento del gasto no soluciona el problema de la seguridad en Europa, pero ya sabemos que los principios de la vicepresidenta acaban donde empieza su sillón del Consejo de Ministros o de su megadespacho ministerial. Otros socios, como Gabriel Rufián (ERC) y Ione Belarra (Podemos) se muestran más firmes en su rechazo. La líder podemita le acusó de "lamer las botas" a Trump.

 

Ante esta adversa situación, Sánchez ha vuelto su mirada sobre el líder del PP, a quien lleva ninguneando desde el inicio de la legislatura. Confía en el consabido sentido de Estado de la derecha para que no le dejen tirado en un asunto que trasciende los intereses nacionales. Juega con ventaja, como lo hizo cuando consiguió que Feijóo apoyara hace poco el decreto ómnibus (regalo del palacete de París al PNV incluido), o cuando le salvó la rectificación de la deplorable 'ley del sí es sí', en cuya votación ni siquiera estuvo Sánchez, sabedor de que con los votos del PP salvarían los muebles. Cuca Gamarra ha avisado que no dará un "cheque en blanco" a Sánchez en Defensa, pero ya conocemos con qué firmeza sostiene la oposición sus postulados. 

 

Este asunto, con ser importante, lo que pone en evidencia es la extrema debilidad de un Gobierno en el que una parte del mismo se opone a las políticas de la otra parte. Y sin que haya consecuencias. Si una vicepresidenta planta cara a su jefe, éste sólo tiene que firmar su destitución, pero Sánchez no puede porque necesita todos esos votos para seguir anclado al poder. No quiere comprender que gobernar tras perder unas elecciones es una anomalía democrática. Aunque es consciente de que sus socios le utilizan para que sirva sus fines, él se deja porque lo importante no es gobernar, sino mantener la Moncloa y los viajes en Falcon. Ahora le da por el aumento del gasto, como mañana firmaría lo contrario, dado que el problema es que no tiene política de Defensa, ni de Exteriores, ni de nada. La salida de este laberinto pasa por su dimisión, incapaz de gobernar. Pero puede estar tranquilo, Feijóo volverá a salvarle y Sánchez se lo agradecerá tachándole de líder de la fachosfera.

 

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