Suicidios y mentiras

Es algo así como si observáramos la estadística de accidentes laborales mortales y, al encontrarnos con que en España, por cada mujer muerta en accidente laboral hay doce cadáveres de hombres, llegáramos a la frívola conclusión de que es que las mujeres son más inteligentes, más prudentes y más sensatas, mientras los hombres son unos machistas empedernidos que van por el andamio como unos gilipollas.

 

Por cierto, parece que todavía no se ha registrado que ninguna mujer haya resultado muerta al caer de un andamio, lo que -según el observador listísimo que habita en el Ministerio de Sanidad- significaría lo estúpidos que son los chicos, y, por favor, no cometan el error de observar que en el sector de la construcción, la inmensa mayoría son del género masculino, porque se jodería la bonita teoría del machismo.

 

Y no te digo nada lo que se podía aprovechar la estadística de los muertos en tiempos de guerra, que es que los chicos somos tan machistas que superamos en un porcentaje abrumador de cadáveres a las chicas. Interpretar mal la estadísticas es tan chirriante, como interpretar mal el violín.

 

Por ejemplo, si preguntáramos en la calle, quién mata más a los hijos, si los padres o las mujeres, la respuesta casi unánime sería que los hombres. Pues no. En los últimos 15 años los hombres han cometido 24 filicidios, frente a 26 cuyas autoras han sido las madres.

 

Es lo que sucede con las mentiras, o las interpretaciones estadísticas, que a puro de repetirse conviertan la falsedad en algo admitido. Y, además, en el número de suicidios masculinos, alguno se ha debido a que la mujer, esposa, novia o pareja, ha denunciado malos tratos sin ser cierto. Y esa falsedad ha redundado en un desenlace fatal, porque parece un lugar común que si una mujer dice que la han maltratado no miente, y siempre se le atribuye más crédito a la denunciante que al denunciado. Esa aberración también lleva al suicidio a algunos hombres. Sin ser experto en la materia, conozco dos casos irrefutables.