La Inquisición del siglo XXI
La actriz española Karla Sofía Gascón ha pasado de tocar el cielo a ser condenada al infierno no por haber cometido un crimen de lesa humanidad, no, sino simplemente por sus opiniones. ¡Qué tristeza da tener que decir a estas alturas que ninguna persona se merece el aislamiento social y profesional por sus opiniones! Sin embargo, parece ser que la Inquisición sigue viva en España en pleno siglo XXI.
Karla se encontraba en su mejor momento profesional como actriz. Acababa de triunfar por su papel en la película 'Emilia Pérez', nominada a los Oscar en la categoría de Mejor Actriz, cuando una periodista canadiense buceó en su vida y encontró en las redes sociales unos tuits de la actriz con contenido racista y sexista publicados entre 2019 y 2024. En ellos se pueden leer expresiones como "puto moro" o apreciaciones como que "el islam se está convirtiendo en un foco de infección para la humanidad".
Con el Islam hemos tropezado. Si el comentario se hubiese dirigido contra la vapuleada Iglesia católica nada de esto habría pasado. Sin embargo, los propietarios de la doble vara de medir han puesto el grito en el cielo y consideran a la actriz una apestada. Inmediatamente el humo alcanza dimensiones de incendio californiano y Karla Sofía Gascón se convierte en objeto de un linchamiento popular. Politiquillos como el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, que la había recibido el pasado 28 de enero y la había situado como un ejemplo de diversidad en nuestro país y como "un ejemplo del talento y la dedicación de las actrices españolas", reniega también de su figura en público. La progresía de Hollywood la veta en la gala de los Oscar, repudio seguido inmediatamente por los muy progres, tolerantes y subvencionados personajillos del cine patrio, mientras la globalista Netflix la elimina de la campaña de promoción de 'Emilia Pérez'.
Tras este insólito e inexplicable linchamiento, Karla Sofía Gascón ha tomado la decisión de retirarse de la vida pública indefinidamente. Un personaje público podrá cometer equivocaciones de juicio -¿quien está libre de ello?- pero de ahí a cancelarlo socialmente merecería al menos una reflexión. Lo fácil es dejarse llevar por la chusma y participar en el escarnio. Si ya lo padeció el propio Jesucristo en beneficio del criminal Barrabás ¿cómo no lo va a sufrir una actriz hoy, o cualquier otro mañana? Da pena comprobar cómo algunos que se consideran bandera de tolerancia sólo defienden la libertad cuando se trata de ellos, pero no cuando la ejerce el discrepante. ¿De verdad se puede quemar en la pira pública a quien se atreve a alejarse del discurso oficial? Se podrá discrepar, naturalmente, pero de ahí a condenar al ostracismo... Asusta ver cómo la manada se suma al escarnio, sin pararse a pensar como individuos qué derecho tienen a atropellar y anular a quien piensa diferente.
¿Qué mundo es este en el que una persona puede ser juzgada, condenada, sacrificada, crucificada y lapidada sin opción de defensa, en palabras de la propia Karla Sofía Gascón?
![[Img #160857]](https://madridpress.com/upload/images/02_2025/1689_karla-sofia-gascon.jpg)
Karla se encontraba en su mejor momento profesional como actriz. Acababa de triunfar por su papel en la película 'Emilia Pérez', nominada a los Oscar en la categoría de Mejor Actriz, cuando una periodista canadiense buceó en su vida y encontró en las redes sociales unos tuits de la actriz con contenido racista y sexista publicados entre 2019 y 2024. En ellos se pueden leer expresiones como "puto moro" o apreciaciones como que "el islam se está convirtiendo en un foco de infección para la humanidad".
Con el Islam hemos tropezado. Si el comentario se hubiese dirigido contra la vapuleada Iglesia católica nada de esto habría pasado. Sin embargo, los propietarios de la doble vara de medir han puesto el grito en el cielo y consideran a la actriz una apestada. Inmediatamente el humo alcanza dimensiones de incendio californiano y Karla Sofía Gascón se convierte en objeto de un linchamiento popular. Politiquillos como el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, que la había recibido el pasado 28 de enero y la había situado como un ejemplo de diversidad en nuestro país y como "un ejemplo del talento y la dedicación de las actrices españolas", reniega también de su figura en público. La progresía de Hollywood la veta en la gala de los Oscar, repudio seguido inmediatamente por los muy progres, tolerantes y subvencionados personajillos del cine patrio, mientras la globalista Netflix la elimina de la campaña de promoción de 'Emilia Pérez'.
Tras este insólito e inexplicable linchamiento, Karla Sofía Gascón ha tomado la decisión de retirarse de la vida pública indefinidamente. Un personaje público podrá cometer equivocaciones de juicio -¿quien está libre de ello?- pero de ahí a cancelarlo socialmente merecería al menos una reflexión. Lo fácil es dejarse llevar por la chusma y participar en el escarnio. Si ya lo padeció el propio Jesucristo en beneficio del criminal Barrabás ¿cómo no lo va a sufrir una actriz hoy, o cualquier otro mañana? Da pena comprobar cómo algunos que se consideran bandera de tolerancia sólo defienden la libertad cuando se trata de ellos, pero no cuando la ejerce el discrepante. ¿De verdad se puede quemar en la pira pública a quien se atreve a alejarse del discurso oficial? Se podrá discrepar, naturalmente, pero de ahí a condenar al ostracismo... Asusta ver cómo la manada se suma al escarnio, sin pararse a pensar como individuos qué derecho tienen a atropellar y anular a quien piensa diferente.
¿Qué mundo es este en el que una persona puede ser juzgada, condenada, sacrificada, crucificada y lapidada sin opción de defensa, en palabras de la propia Karla Sofía Gascón?
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