¿De verdad Feijóo quiere gobernar?
El 41 Congreso del PSOE celebrado en Sevilla ha sido un bochornoso espectáculo, en el que se ha aplaudido a dos condenados por corrupción, se ha vitoreado a una más que probable futura ocupante del banquillo de los acusados, se ha pavoneado el bufón de una narcodictadura y se ha adulado hasta la náusea al número 1 de la trama al más puro estilo norcoreano. Y mientras los socialistas se hunden en el lodo, la pregunta es ¿dónde está Feijóo?, ¿qué hace el jefe de la oposición para derrocar al tirano?, ¿de verdad quiere gobernar?
Da pena ver cómo España se va por el desagüe por el empeño de un presidente de Gobierno que lo único que le importa es mantenerse en el poder como sea y a costa de lo que sea, sostenido por los filoetarras y golpistas/separatistas que coinciden en su odio a España. Un político sin proyecto, sin ideas, sin nivel, que lo ha apostado todo a convertirse en un totalitario, gobernando la nación por decreto y su partido como si fuera su finca, aplastando a quien se atreve a desviarse un centímetro de la ortodoxia oficial. Débil con los fuertes y fuerte con los débiles.
Cercado por graves casos de corrupción que acechan a su mujer -imputada por cuatro delitos- a su hermano, a su mano derecha Ábalos, y a su partido, se atreve a proclamar que va a seguir en el poder "tres años más y los que vengan". En Sevilla confesó ante sus entregados acólitos que no piensa dar un paso al lado porque, después de haber reflexionado, tiene más ganas, ilusión y fuerza que nunca. ¿Para qué? ¿Para seguir postrado de rodillas ante prófugos de la Justicia como Puigdemont? ¿Para dar a los filoetarras de Bildu -con los que nunca iba a pactar- todo lo que le pidan, Navarra y Guardia Civil incluidas? ¿Para seguir chapoteando en el fango de la corrupción, esa lacra que venía a extirpar cuando censuró a Rajoy?
Sánchez no se va. No se irá ni aunque sea imputado. Otras rayas rojas ya ha cruzado sin que le tiemble el pulso. A Sánchez hay que echarlo y más pronto que tarde. Y esa es tarea principal de la oposición. Pero, ¿qué hace Feijóo al respecto? ¿Limitarse a ver cómo los jueces se la juegan para perseguir la corrupción que cerca La Moncloa y el PSOE? ¿Esperar sentado a que la fruta caiga madura? Sus palabras del fin de semana en Valladolid resumían sus intenciones. Enviaba este fofo mensaje a Sánchez: "Llegados a este punto ya no le merece la pena dimitir. No, no. Y por eso yo le digo, aguanta Pedro, no dimitas porque no te mereces irte con un mínimo de honor. Aguanta Pedro porque te vamos a echar los españoles libre y democráticamente". ¿Eso es todo lo que tiene que aportar para acabar con un régimen totalitario y corrupto? ¿Qué hace para expulsar de la Moncloa a un personaje indigno de representar a España? ¿Se cree que con asistir a un congreso de la UGT va a ganar unos cientos de miles de votos de la izquierda, si es que antes no pierde algún millón de votos de perplejos ciudadanos? ¿Qué sintió al oír decir a Sánchez que su objetivo es volver a ganar las elecciones municipales, autonómicas y generales, borrando la cruda realidad con un relato 'fake'?
Da la sensación de que Feijóo se siente cómodo en su papel de jefecillo de la oposición. Parece conformarse con un cara a cara semanal con Sánchez en el Congreso, un par de actos de partido donde soltar sus previsibles diatribas y algunas votaciones en el Congreso para salvar incluso a un Gobierno acorralado -como ocurrió con la reforma laboral y la modificación de la ley del si es si- . ¿Por qué no pasa a la ofensiva? ¿Por qué no se atreve con la moción de censura? Sí, ya sabemos que la aritmética parlamentaria no da, pero si en estos momentos no hay motivos para censurar a un presidente, ¿cuándo lo habrá? Feijóo dispondría de dos días de protagonismo para afear a Sánchez su modo autocrático de gobernar, así como la corrupción en la que chapotea, además de una ocasión única para presentar a los españoles sus propuestas alternativas de gobierno. Aunque perdiera la votación, Feijóo podría escenificar cómo remacha los últimos clavos en el ataúd político del sanchismo. Claro que para ello tendría que estar dispuesto a gobernar España, ardua tarea después de cómo ha dejado el país Sánchez.
![[Img #159624]](https://madridpress.com/upload/images/12_2024/4611_feijoo.jpg)
Da pena ver cómo España se va por el desagüe por el empeño de un presidente de Gobierno que lo único que le importa es mantenerse en el poder como sea y a costa de lo que sea, sostenido por los filoetarras y golpistas/separatistas que coinciden en su odio a España. Un político sin proyecto, sin ideas, sin nivel, que lo ha apostado todo a convertirse en un totalitario, gobernando la nación por decreto y su partido como si fuera su finca, aplastando a quien se atreve a desviarse un centímetro de la ortodoxia oficial. Débil con los fuertes y fuerte con los débiles.
Cercado por graves casos de corrupción que acechan a su mujer -imputada por cuatro delitos- a su hermano, a su mano derecha Ábalos, y a su partido, se atreve a proclamar que va a seguir en el poder "tres años más y los que vengan". En Sevilla confesó ante sus entregados acólitos que no piensa dar un paso al lado porque, después de haber reflexionado, tiene más ganas, ilusión y fuerza que nunca. ¿Para qué? ¿Para seguir postrado de rodillas ante prófugos de la Justicia como Puigdemont? ¿Para dar a los filoetarras de Bildu -con los que nunca iba a pactar- todo lo que le pidan, Navarra y Guardia Civil incluidas? ¿Para seguir chapoteando en el fango de la corrupción, esa lacra que venía a extirpar cuando censuró a Rajoy?
Sánchez no se va. No se irá ni aunque sea imputado. Otras rayas rojas ya ha cruzado sin que le tiemble el pulso. A Sánchez hay que echarlo y más pronto que tarde. Y esa es tarea principal de la oposición. Pero, ¿qué hace Feijóo al respecto? ¿Limitarse a ver cómo los jueces se la juegan para perseguir la corrupción que cerca La Moncloa y el PSOE? ¿Esperar sentado a que la fruta caiga madura? Sus palabras del fin de semana en Valladolid resumían sus intenciones. Enviaba este fofo mensaje a Sánchez: "Llegados a este punto ya no le merece la pena dimitir. No, no. Y por eso yo le digo, aguanta Pedro, no dimitas porque no te mereces irte con un mínimo de honor. Aguanta Pedro porque te vamos a echar los españoles libre y democráticamente". ¿Eso es todo lo que tiene que aportar para acabar con un régimen totalitario y corrupto? ¿Qué hace para expulsar de la Moncloa a un personaje indigno de representar a España? ¿Se cree que con asistir a un congreso de la UGT va a ganar unos cientos de miles de votos de la izquierda, si es que antes no pierde algún millón de votos de perplejos ciudadanos? ¿Qué sintió al oír decir a Sánchez que su objetivo es volver a ganar las elecciones municipales, autonómicas y generales, borrando la cruda realidad con un relato 'fake'?
Da la sensación de que Feijóo se siente cómodo en su papel de jefecillo de la oposición. Parece conformarse con un cara a cara semanal con Sánchez en el Congreso, un par de actos de partido donde soltar sus previsibles diatribas y algunas votaciones en el Congreso para salvar incluso a un Gobierno acorralado -como ocurrió con la reforma laboral y la modificación de la ley del si es si- . ¿Por qué no pasa a la ofensiva? ¿Por qué no se atreve con la moción de censura? Sí, ya sabemos que la aritmética parlamentaria no da, pero si en estos momentos no hay motivos para censurar a un presidente, ¿cuándo lo habrá? Feijóo dispondría de dos días de protagonismo para afear a Sánchez su modo autocrático de gobernar, así como la corrupción en la que chapotea, además de una ocasión única para presentar a los españoles sus propuestas alternativas de gobierno. Aunque perdiera la votación, Feijóo podría escenificar cómo remacha los últimos clavos en el ataúd político del sanchismo. Claro que para ello tendría que estar dispuesto a gobernar España, ardua tarea después de cómo ha dejado el país Sánchez.
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