El zar vuelve fuerte
Pedro Sánchez ha vuelto fuerte de sus largas vacaciones de verano. Mientras algunos especulan si el presidente del Gobierno se comerá el turrón en La Moncloa, éste sigue a lo suyo, es decir, ejerciendo de zar totalitario sin complejos. Así, coloca a uno de sus fieles ministros al frente del Banco de España -en su línea de 'okupar' las instituciones- envía a la vice Montero a que se desgaste en el Senado explicando lo inexplicable del cupo catalán, y se sigue riendo de los ciudadanos despreciando a los medios de comunicación anunciando por el plasma la minicrisis de su Gobierno.
Después de seis años de era Sánchez, ya vamos entendiendo un poco al personaje. A éste no le interesa gobernar. Lo que le gusta es mandar. Para eso está en La Moncloa y por eso paga el precio que paga por mantenerse. Como carece de principios -valores no se le conocen- no se inmuta si para alcanzar su objetivo tiene que vender España a los separatistas, ir de la mano de los herederos de ETA y tener en su Gabinete a los amigos subvencionados del sátrapa venezolano Maduro, el que no acepta los resultados electorales cuando pierde.
Sánchez lo ha vuelto a hacer. Ha colocado a Escrivá, hasta ahora ministro de Transición Digital (ministerio wok), como gobernador del Banco de España, como ya hizo con Juan Carlos Campo, al enviarlo al Tribunal Constitucional desde Justicia, o con Dolores Delgado, que pasó también del Ministerio de Justicia a la Fiscalía General, o con Cándido Conde Pumpido, acoplado en el Tribunal Constitucional. Como no tiene el más mínimo respeto por las instituciones democráticas, se limita a okuparlas para tener la retaguardia cubierta.
No sólo no le importa guardar las apariencias, sino que además se ríe abiertamente de los españoles. Así, el miércoles por la mañana tocó a rebato para que 150 personas de distintos sectores acudiesen a su aburrido y anodino mitin de inicio de curso político. Y por la tarde realizó una comparecencia institucional para anunciar -atención- que el fontanero monclovita Óscar López sustituirá a Escrivá. Una burla porque horas antes ya se lo filtró a su medio amigo El País, que se presta a hacer de escudero periodístico de Sánchez a cambio de las ayuditas que necesita para tapar su quiebra. Todo sea para no tener que responder ninguna pregunta de los medios críticos. Ya se sabe, los tiranos tienen fobia a dar explicaciones de su gestión.
Y toda esta parafernalia propagandística -tan querida por los socialistas- no tenía más objeto que tapar su delicada situación judicial, donde los escándalos de corrupción de su partido, de su mujer y de su hermano, le cercan de manera inexorable. Hasta tuvo la desfachatez de decir que España ahora está mejor porque no hay corrupción política.
Del vergonzante cupo catalán ni una palabra. Para eso ya envió a su vicepresidenta palmera al Senado para no decir ni una sola verdad al respecto. El concierto, cupo o como se lo quiera llamar no es otra cosa que ceder la recaudación de todos los impuestos a Cataluña para que el ministro 'fake' del Covid 'okupe' la Generalitat. No se puede decir que Sánchez renuncie a los principios socialistas de solidaridad e igualdad entre los españoles porque ya hemos dicho que carece de ellos. Simplemente se trata de entregar todo lo que se construyó con la Constitución de 1978 para seguir ejerciendo de zar. Las tímidas voces de contestación surgidas en su partido ya se encargará de acallarlas en el adelantado Congreso de noviembre en Sevilla. La purga subsiguiente la anunciará mediante el plasma, cual tirano que se precie.
![[Img #157763]](https://madridpress.com/upload/images/09_2024/9071_ps2.jpg)
Después de seis años de era Sánchez, ya vamos entendiendo un poco al personaje. A éste no le interesa gobernar. Lo que le gusta es mandar. Para eso está en La Moncloa y por eso paga el precio que paga por mantenerse. Como carece de principios -valores no se le conocen- no se inmuta si para alcanzar su objetivo tiene que vender España a los separatistas, ir de la mano de los herederos de ETA y tener en su Gabinete a los amigos subvencionados del sátrapa venezolano Maduro, el que no acepta los resultados electorales cuando pierde.
Sánchez lo ha vuelto a hacer. Ha colocado a Escrivá, hasta ahora ministro de Transición Digital (ministerio wok), como gobernador del Banco de España, como ya hizo con Juan Carlos Campo, al enviarlo al Tribunal Constitucional desde Justicia, o con Dolores Delgado, que pasó también del Ministerio de Justicia a la Fiscalía General, o con Cándido Conde Pumpido, acoplado en el Tribunal Constitucional. Como no tiene el más mínimo respeto por las instituciones democráticas, se limita a okuparlas para tener la retaguardia cubierta.
No sólo no le importa guardar las apariencias, sino que además se ríe abiertamente de los españoles. Así, el miércoles por la mañana tocó a rebato para que 150 personas de distintos sectores acudiesen a su aburrido y anodino mitin de inicio de curso político. Y por la tarde realizó una comparecencia institucional para anunciar -atención- que el fontanero monclovita Óscar López sustituirá a Escrivá. Una burla porque horas antes ya se lo filtró a su medio amigo El País, que se presta a hacer de escudero periodístico de Sánchez a cambio de las ayuditas que necesita para tapar su quiebra. Todo sea para no tener que responder ninguna pregunta de los medios críticos. Ya se sabe, los tiranos tienen fobia a dar explicaciones de su gestión.
Y toda esta parafernalia propagandística -tan querida por los socialistas- no tenía más objeto que tapar su delicada situación judicial, donde los escándalos de corrupción de su partido, de su mujer y de su hermano, le cercan de manera inexorable. Hasta tuvo la desfachatez de decir que España ahora está mejor porque no hay corrupción política.
Del vergonzante cupo catalán ni una palabra. Para eso ya envió a su vicepresidenta palmera al Senado para no decir ni una sola verdad al respecto. El concierto, cupo o como se lo quiera llamar no es otra cosa que ceder la recaudación de todos los impuestos a Cataluña para que el ministro 'fake' del Covid 'okupe' la Generalitat. No se puede decir que Sánchez renuncie a los principios socialistas de solidaridad e igualdad entre los españoles porque ya hemos dicho que carece de ellos. Simplemente se trata de entregar todo lo que se construyó con la Constitución de 1978 para seguir ejerciendo de zar. Las tímidas voces de contestación surgidas en su partido ya se encargará de acallarlas en el adelantado Congreso de noviembre en Sevilla. La purga subsiguiente la anunciará mediante el plasma, cual tirano que se precie.
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.167