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Sábado, 01 de Junio de 2024
Un relevo sin precedentes

Se cumplen 10 años de la abdicación de Juan Carlos I, un Rey en horas bajas

El 2 de junio de 2014 el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, anunció a los españoles que el Rey Juan Carlos I había decidido abdicar en el Príncipe Felipe, tras casi cuatro décadas en el trono y en un momento en que su imagen estaba en horas bajas, tal y como mostraban las encuestas que habían venido haciendo de un tiempo a esa parte en Zarzuela, y los escándalos salpicaban a otros miembros de la Familia Real.

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En su discurso de ese día, el último que dirigiría a los españoles desde el Palacio de la Zarzuela, Don Juan Carlos explicó que la decisión la había tomado en enero de ese año, tras cumplir los 76 años, porque consideraba que había llegado el momento de que una "nueva generación", encarnada en el Príncipe de Asturias, "más joven y con más energías", tomara las riendas.
 
"Quiero lo mejor para España, a la que he dedicado mi vida entera, y a cuyo servicio he puesto todas mis capacidades, mi ilusión y mi trabajo", remarcó, incidiendo en que "el Príncipe de Asturias tiene la madurez, la preparación y el sentido de la responsabilidad necesarios para asumir con plenas garantías la Jefatura del Estado y abrir una nueva etapa de esperanza".
 
Para llegar a ese anuncio en Zarzuela se habían vivido previamente meses de gran tensión para dar cumplimiento a la voluntad del monarca. El principal artífice de todo ello fue el entonces jefe de la Casa del Rey, Rafael Spottorno, el primero al que Don Juan Carlos trasladó que estaba sopesando abdicar.
 
El Rey ya le había planteado la cuestión en el otoño de 2012, según ha reconocido él mismo en alguna ocasión, y ante la aparición de algunas informaciones en este sentido Zarzuela convocó por primera y única ocasión una rueda de prensa en la que el propio Spottorno se vio obligado a negar que Juan Carlos I sopesara abdicar.
 
La idea vuelve con fuerza en el arranque de 2014, que comienza con la imagen de un Don Juan Carlos titubeante y que es incapaz de leer su discurso durante la Pascua Militar el 6 de enero, un día después de celebrar su cumpleaños.
 
UNA DECISIÓN MADURADA Y SIN MARCHA ATRÁS
 
"Sí hubo alguna elucubración previa a si lo hacía o no, alguna tentación de hacerlo quizá antes", reconocía Spottorno esta semana en un acto en el Ateneo organizado por la Agrupación Sabatini, subrayando que "abdicar no debe ser una cosa fácil" y por tanto "es lógico que se madure durante algún tiempo".
 
"La confirmación absoluta se produjo a finales de febrero o principios de marzo", según el entonces jefe de la Casa del Rey, y desde el momento que el monarca "dijo 'adelante' no hubo ni discusión ni marcha atrás". En esos meses, reconoce Spottorno, "seguramente lo tuvo que pasar mal, pero es un hombre de una gran fortaleza psicológica y en ningún momento mostró dudas" una vez que tomó la decisión.
 
A partir de ese momento la maquinaría echó a andar y lo que era una "decisión personalísima" del Rey que solo sabían unos pocos hubo de compartirse con unos pocos más para evitar que la noticia se filtrara antes de tiempo. Así, la Casa del Rey hizo saber de las intenciones del monarca al entonces presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y al líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba.
 
En Zarzuela se creó un grupo de trabajo, en el que se incluyó a los entonces Príncipes de Asturias. "El Príncipe Felipe estuvo muy activo y sugirió muchas cosas", mientras que Doña Letizia también participó, aunque algo menos, recuerda Spottorno, que explica que Don Juan Carlos era informado de todo. Además, él estaba en contacto permanente con la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, a quien Rajoy puso a cargo de la cuestión.
 
Spottorno reconoce que esos meses fueron muy duros porque no tenía a quién consultar. "No podía salir a los caminos y andar preguntando cómo se organiza una abdicación", bromea, si bien Don Juan Carlos le brindó los nombres de dos o tres personas de su confianza para que le ayudaran en la tarea.
 
Una de esas personas fue Landelino Lavilla, expresidente del Congreso y exministro de Justicia, quien ayudó con el texto de la ley orgánica en el que se estaba trabajando. Cabe recordar que la Constitución, en su artículo 57.5, estipula que "las abdicaciones y renuncias y cualquier duda de hecho o de derecho que ocurra en el orden de sucesión a la Corona se resolverán por una ley orgánica".
 
LAS CLAVES DE LA FECHA ELEGIDA
 
Pero además del cómo, había que decidir el cuándo, y se pensó que lo ideal era después de las elecciones europeas del 25 de mayo y antes de verano, dado que las Cortes harían su parón estival. Esta decisión también se tomó, según comenta Spottorno, teniendo en cuenta el contexto que había de puertas para afuera de la Casa del Rey y también de puertas para dentro.
 
España estaba sumida entonces en una grave crisis económica y todos los sondeos auguraban que el bipartidismo iba a dejar de ser hegemónico y se iba a producir la irrupción de nuevas fuerzas en la Eurocámara, como finalmente ocurrió.
 
Además, el PSOE tenía prevista la celebración de un congreso antes de final de año, que acabó adelantándose a julio tras el mal resultado en las europeas. A esto se sumaba que el clima en Cataluña se estaba caldeando y ya se auguraba una Diada "muy complicada" a la que siguió después, aunque eso no se sabía cuando se preparó la abdicación, la consulta del 9 de noviembre.
 
A nivel interno, en Zarzuela habían comenzado a realizar sondeos y 'traking' internos en marzo de 2012 y para principios de 2014 mostraban que eran más los españoles que desaprobaban la acción de Don Juan Carlos que los que la aprobaban, mientras que en el caso del Príncipe Felipe era al contrario. Tanto los Reyes como los Príncipes de Asturias estaban al tanto de estos datos.
 
Por aquel entonces, recuerda Spottorno, el 'caso Noos' por el que terminó siendo condenado Iñaki Urdangarín, entonces marido de la Infanta Cristina, y la hija menor del Rey llegó a estar imputada, "estaba en todo su furor".
 
En abril de 2012 se había producido también otro hecho que marcó un punto de inflexión en el reinado: el accidente durante una cacería en Botsuana. Don Juan Carlos sufrió una caída y se fracturó la cadera, por lo que tuvo que ser trasladado de urgencia a España para ser operado.
 
A su salida del hospital, y ante la polémica que había suscitado su viaje, el monarca entonó el ahora ya famoso: "Lo siento. Me he equivocado. No volverá a ocurrir". Aquel viaje también hizo que los españoles supieran por primera vez de la existencia de una amiga muy especial del Rey, Corina Larssen.
 
EL MOMENTO ERA ESE Y EL OLFATO POLÍTICO DEL REY NO FALLÓ
 
Todos estos factores, según el entonces jefe de la Casa del Rey, sumaban un "ambiente muy enrarecido" y producían una "sensación de final de ciclo". La abdicación "se podría haber hecho antes lo que no estoy seguro es que se hubiera podido haber hecho después", subraya. "El momento era ese, el olfato político de Don Juan Carlos no le falló".
 
En cuanto a los motivos que llevaron a quien había sido Rey durante 39 años a dar un paso a un lado, Spottorno apuesta por quedarse con las explicaciones que él mismo ofreció en su discurso del 2 de junio, en el que dio por cumplido su compromiso de cuatro décadas antes de "servir a los intereses generales de España, con el afán de que llegaran a ser los ciudadanos los protagonistas de su propio destino y nuestra nación una democracia moderna, plenamente integrada en Europa".
 
"En Derecho hay un viejo principio que es la interpretación auténtica, la que da el autor de una ley es la mejor y la más creíble de todas ellas", defiende Spottorno. "Existen otras, no cabe duda, pero la buena normalmente suele ser la que da el interesado", remacha.
 
EN 17 DÍAS
 
El anuncio el 2 de junio de 2014 de la abdicación de Juan Carlos I como Rey supuso el fin de un proceso preparatorio previo que se había llevado a cabo rodeado del máximo secreto y abrió uno nuevo, esta vez público y rodeado de debate político, que debía culminar con la proclamación de su heredero como Felipe VI.
 
Entre una y otra fecha solo trascurrieron 17 días, un tiempo récord que fue posible gracias a que los dos grandes partidos, el PP entonces en el Gobierno y el PSOE al frente de la oposición, trabajaron conjuntamente con Zarzuela para ello ya desde marzo, cuando Don Juan Carlos trasladó su decisión de abdicar al presidente, Mariano Rajoy, y al líder de los socialistas, Alfredo Pérez Rubalcaba.
 
"No deseabamos que el periodo superara más de un mes", ha reconocido esta semana Rafael Spottorno, para quien hubiera resultado "políticamente bastante torpe" mantener la situación de "interinidad" y el relevo en el trono sin consumarse mucho más tiempo.
 
Pero para que esto ocurriera había que cumplir con un trámite estipulado en el artículo 57.5 de la Constitución, la aprobación de una ley orgánica que permitiera efectivamente al Rey abdicar. La idea desde el principio, según Spottorno, fue que se tratara de una ley de artículo único y con una disposición final, sin abrir el melón a otras cuestiones relacionadas con la Corona, algo de lo que también les disuadió Rubalcaba, consciente de que sería más complicado para los socialistas dar su visto bueno.
 
NO CONTAR TAMBIÉN CON EL PSOE HABRÍA SIDO UN DISPARATE
 
Para la aprobación de una ley orgánica es necesaria mayoría absoluta en el Congreso y en aquel momento el PP contaba con ella, sin embargo, defiende Spottorno, no hubiera sido "sensato ni prudente" sacar una norma de esta trascendencia sin contar también con el aval de los socialistas. "Se podría haber hecho", reconoce, pero en su opinión habría sido "un disparate político".
 
Don Juan Carlos "también lo tenía clarísimo" por eso, tras comunicar a Rajoy a finales de febrero o principios de marzo que había decidido abdicar hizo lo propio con Rubalcaba, explica, subrayando que el antiguo monarca siempre ha estado "infinitamente agradecido de la colaboración y actitud tanto del jefe de Gobierno como del jefe de la oposición" en lo relativo a su abdicación.
 
En el caso de Rubalcaba, su voluntad de que el proceso saliera bien le llevó incluso a posponer su salida como líder del PSOE, tal y como recordó quien entonces era su mano derecha, Elena Valenciano, en el citado acto en el Ateneo. Al día siguiente de las europeas del 25 de mayo, tras el mal resultado cosechado por el PSOE, Rubalcaba anunció que dejaba el cargo pero en lugar de hacerlo inmediatamente permaneció hasta la celebración en julio del congreso del partido.
 
"No es que se quedara para gestionar él la abdicación, pensaba que era mejor que lo gestionara él que estaba de salida", relata Valenciano, y por ello podría "dar la batalla" en las filas del partido en lugar de tener que cargárselo a quien le sucediera, que finalmente sería precisamente Pedro Sánchez, actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
 
CEREMONIA DE ABDICACIÓN
 
La ceremonia solemne de abdicación se produjo el 18 de junio en el Salón de Columnas del Palacio Real. Ante unos 150 invitados en representación de las principales instituciones del Estado, Don Juan Carlos, que acudió pertrechado de un bastón y con visibles problemas para caminar, sancionó y promulgó la ley orgánica.
 
"Su Majestad el Rey Don Juan Carlos I de Borbón abdica la Corona de España", rezaba la ley, de artículo único, en la que se estipulaba que la norma entraría en vigor en el momento de su publicación en el BOE. Esta sería la última ley que el monarca firmaría tras casi cuatro décadas de reinado.
 
Una vez firmada la ley, fue el turno de Rajoy de refrendarla, poniendo su firma junto a la de Don Juan Carlos. Tras ello, ambos estrecharon sus manos y a continuación recibió un beso de apoyo de Doña Sofía y un fuerte abrazo de su hijo, quien en unas horas se convertiría en Felipe VI. Los asistentes 'regalaron' al todavía Rey un sonoro aplauso que se prolongó durante dos minutos, mientras que sus nietas, Leonor y Sofía, le dieron también un beso y un abrazo.
 
Al día siguiente, tendría lugar el último acto, en el que ya Don Juan Carlos no estaría presente, la proclamación de su hijo como Rey. Dado que en España los reyes no son ni coronados ni entronizados como en otras monarquías, como se ha visto recientemente en el caso de Carlos III de Inglaterra, se dispuso simplemente un acto ante las Cortes Generales.
 
"Tenía que ser un acto solemne, digno, acorde con la importancia del momento, pero en modo alguno constitutivo de un permiso, de una sanción de las Cortes", señala Spottorno, habida cuenta de que en realidad Don Felipe era Rey en virtud de la Constitución desde el momento en que su padre dejaba de serlo, es decir, cuando la abdicación se hizo oficial a primera hora del 19 de junio en el BOE.
 
Además, antes de que esto se produjera, el Gobierno había procedido también a modificar el real decreto sobre régimen de títulos, tratamientos y honores de la Familia Real y de los Regentes de 1987 para aclarar el tratamiento que recibirían Don Juan Carlos y Doña Sofía. Ambos continuarían recibiendo vitaliciamente el tratamiento de Rey y Reina y el tratamiento de majestad, aunque popularmente el término que se terminó imponiendo fue el de eméritos.
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