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FERNANDO JÁUREGUI
Miércoles, 16 de Agosto de 2023

Un país en disfunciones

Los rumores, signo de que no hay certidumbres, galopan sobre la piel erizada de nuestra política. Saltarán en horas las sorpresas: ¿Quién presidirá el Legislativo, merced a qué pactos o cambalaches? Y ¿quiénes serán los portavoces de los grupos parlamentarios? ¿Con qué pintoresca fórmula acatarán, es un decir, la Constitución los partidos que la desdeñan?


El poder Legislativo vive, así, en una tremenda provisionalidad. Como el Judicial, que lleva casi cinco años 'caducado'. Pero hoy quisiera fijarme más en el primero de los poderes definidos por Montesquieu, nuestro Ejecutivo 'en funciones'. O más bien en disfunciones. Porque el Gobierno presidido por Pedro Sánchez simplemente no funciona.
 
Sí, el país entero está, en este cuarto de hora, en funciones, que es, ya digo, lo más disfuncional que existe. La provisionalidad en la que se sienten los ministros y el propio presidente ofusca las mentes y ralentiza decisiones que serían urgentes. Y no hablo solamente de la presidencia española de la UE, que por supuesto se resiente con la actual situación verdaderamente caótica de nuestra política, por más que los portavoces oficiales hablen de la 'normalidad' con la que transcurre el semestral liderazgo español de la UE. Otras cuestiones apremiantes, como las soluciones para afrontar la sequía, esperan ideas, iniciativas y acciones que no llegan.
 
Un Ejecutivo varios de cuyos ministros no se hablan y en el que al menos cuatro ministerios simplemente han dejado de tener agenda es un peligro para la nación. Ignoro si Pedro Sánchez, en funciones como está, sería capaz de proceder a una inmediata remodelación de su Gabinete ya a la vuelta del verano. Pero claro, Sánchez no está ahora para pensar en si releva a la inoperante Irene Montero, al dimitido, pero no ido, Alberto Garzón o al ministro de Universidades, que por cierto se llama Joan Subirats, aunque muy pocos lo sepan. Ni está para muchas cábalas sobre cómo sustituir, en su caso, a Nadia Calviño, que se nos quiere ir a hacer las rentables Europas.
 
No: Sánchez anda en lo que anda, es decir, hacerse con el Legislativo y, con la investidura de por medio, seguir controlando, pacto aquí pacto allá, el Ejecutivo, que lo del Judicial ya se caerá por sí mismo en aras del principio de la pudrición de los problemas irresueltos. Que no le distraigan con la gobernación de lo cotidiano cuando ni siquiera sabe si en 2024, que está ya a la vuelta de la esquina, seguirá en La Moncloa. Por no saber, ni sabe lo que responderá Puigdemont, el hombre que nos tiene a todos cogidos por salva sea la parte, a sus no reveladas y menos publicadas ofertas.
 
Y así está España en esta víspera de la constitución de sus Cámaras legislativas. En funciones, y sin que ni siquiera esos ministros que llevan meses sin nada que hacer hayan tenido el decoro de dimitir para que no sigamos los españoles pagándoles el sueldo que no merecen.
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