Incertidumbre
Estamos en plena resaca electoral porque el resultado de las elecciones supone abrir una nueva etapa de incertidumbre. Ha ganado el PP pero su triunfo es tan exiguo que difícilmente podrá gobernar.
A Núñez Feijóo le ha perdido Vox. El "estado mayor del PP" no ha sido capaz de ver que la inmensa mayoría de los ciudadanos, incluidos los de centro derecha, no quieren ver a la extrema derecha gobernando ni siquiera como acompañantes de compromiso. A Núñez Feijóo no se le ha perdonado que el PP vaya a gobernar Extremadura y la Comunidad Valenciana con Vox. Así de simple y así de claro.
Y sí, ha perdido el PSOE, pero su fracaso no impedirá a Pedro Sánchez intentar seguir en la Mocloa con su tristemente famoso gobierno Frakestein. Veremos qué precios está dispuesto a pagar porque pagará y caro, tendrá que pagar por sus votos a los partidos independentistas y anticonstitucionalistas.
Así que se inicia una etapa en la que está todo por escribir.
El resultado de las urnas no es sorprendente porque la suerte podía caer en los dos lados, en el del PSOE o en el del PP, porque en definitiva son los dos partidos que aglutinan a la mayoría del electorado.
Pero aquí y ahora el desafío, tanto del ganador como del perdedor de las elecciones, es decidir primero con quién pueden gobernar, a qué tipo de acuerdos pueden llegar, y qué precio están dispuestos a pagar. Es el momento de retratarse, de que sepamos en quién pesa más la ambición de poder o los principios.
Los compañeros de viaje que elijan el uno o el otro, marcarán la agenda de la legislatura y nos darán idea de algunas de las tormentas que como país tendremos que afrontar.
Vengo escribiendo que tanto el problema del PSOE y del PP no son estos dos partidos en sí mismos sino los socios que tienen a derecha e izquierda, que más que ayudar a la gobernación del país, provocan una distorsión continua en la convivencia.
Pero los ciudadanos hemos elegido libremente en las urnas y ahora comienza el futuro. Y no, no se presenta fácil ese futuro por más que, probablemente, hasta el regreso de las vacaciones no empecemos a sopesar lo que se nos viene encima.
La cuestión de fondo es si el perdedor de las elecciones pondrá demasiadas piedras en las ruedas del ganador o aceptará deportivamente el resultado y le dejará margen para gobernar o si por el contrario, previo pago en compromisos a sus futuros socios, se hará con el Santo y seña del Gobierno.
Hoy comienza el futuro inmediato. Veremos qué nos depara.
A Núñez Feijóo le ha perdido Vox. El "estado mayor del PP" no ha sido capaz de ver que la inmensa mayoría de los ciudadanos, incluidos los de centro derecha, no quieren ver a la extrema derecha gobernando ni siquiera como acompañantes de compromiso. A Núñez Feijóo no se le ha perdonado que el PP vaya a gobernar Extremadura y la Comunidad Valenciana con Vox. Así de simple y así de claro.
Y sí, ha perdido el PSOE, pero su fracaso no impedirá a Pedro Sánchez intentar seguir en la Mocloa con su tristemente famoso gobierno Frakestein. Veremos qué precios está dispuesto a pagar porque pagará y caro, tendrá que pagar por sus votos a los partidos independentistas y anticonstitucionalistas.
Así que se inicia una etapa en la que está todo por escribir.
El resultado de las urnas no es sorprendente porque la suerte podía caer en los dos lados, en el del PSOE o en el del PP, porque en definitiva son los dos partidos que aglutinan a la mayoría del electorado.
Pero aquí y ahora el desafío, tanto del ganador como del perdedor de las elecciones, es decidir primero con quién pueden gobernar, a qué tipo de acuerdos pueden llegar, y qué precio están dispuestos a pagar. Es el momento de retratarse, de que sepamos en quién pesa más la ambición de poder o los principios.
Los compañeros de viaje que elijan el uno o el otro, marcarán la agenda de la legislatura y nos darán idea de algunas de las tormentas que como país tendremos que afrontar.
Vengo escribiendo que tanto el problema del PSOE y del PP no son estos dos partidos en sí mismos sino los socios que tienen a derecha e izquierda, que más que ayudar a la gobernación del país, provocan una distorsión continua en la convivencia.
Pero los ciudadanos hemos elegido libremente en las urnas y ahora comienza el futuro. Y no, no se presenta fácil ese futuro por más que, probablemente, hasta el regreso de las vacaciones no empecemos a sopesar lo que se nos viene encima.
La cuestión de fondo es si el perdedor de las elecciones pondrá demasiadas piedras en las ruedas del ganador o aceptará deportivamente el resultado y le dejará margen para gobernar o si por el contrario, previo pago en compromisos a sus futuros socios, se hará con el Santo y seña del Gobierno.
Hoy comienza el futuro inmediato. Veremos qué nos depara.
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