El infinito es el infinito

 

Aún es pronto para decir si el lado oscuro de la derecha, Chewbacca, Mr. Been o una patata han sido los causantes de este empate técnico, que sin duda deja a merced del caos el propio Gobierno de un país que, en este momento, desafortunadamente, está más próximo al conflicto que al consenso.

 

La era de la saga de esta gran gresca galáctica la remató, con su falso talante, el expresidente Zapatero, cuando un buen día vendió a los micronacionalismos totalitarios, como decía Gurutz Jáuregui, el poder del macroestado, que cada vez está más próximo a ser dirigido por la minoría de los borregos hacia la amplia mayoría de los idiotas. Pero el sistema electoral español es lo que es y da para lo que da. Y por eso no queda otra que acatar lo que deciden unos pocos sobre la voluntad de otros muchos. Porque ya ha quedado bastante claro -sobre todo para el que hasta ahora todavía no se había enterado-, que un ínfimo agujero negro está absorbiendo más rápido de lo que parece todo lo bueno que parecía que se había generado.

 

Pero todo lo que tenemos, guste o no, nos lo merecemos. Porque es el resultado de años y años de un adoctrinamiento consentido por los principales partidos mayoritarios. Porque tanto el PP como el PSOE han ido vendiendo a los micronacionalistas, legislatura tras legislatura, en forma de concesiones sociales y económicas, nuestra propia hegemonía. Y, claro, si se decide alimentar a la bestia a base de dinero y de soberanía… Pues eso, que realmente solo era una cuestión de tiempo que un pequeño espacio nos terminara engullendo. 

 

Por eso hay que estar muy al tanto de lo que va a ocurrir a partir de ahora. Porque el panorama pinta muy, pero que muy feo. Y hay que saber al menos de qué forma nos pretenden devorar. 

 

De momento, aunque esto no es nada nuevo, todos los que se han presentado a estas elecciones dicen que han ganado. Eso sí, el único de todos esos que hoy se consideran vencedores -hasta perdiendo- y que es capaz de aguantar este embolado es Pedro Sánchez. Que ya sabemos que va a tragar todo lo que le echen. Porque el cariño que le tiene a su estómago es inmenso. Se parece mucho a ese amor infinito que tiene Zapatero por los libros. Los de terror.