Fervor mitinero

Y, por si no había quedado claro, después de tantos meses de campaña (sumando municipales, autonómicas y generales) que los programas, las propuestas y el proyecto de país son lo de menos, echaron el cierre con el fácil recurso del insulto personal.

 

Mientras la izquierda, Pedro Sánchez, (acompañado de su enardecido escudero, José Luis Rodríguez Zapatero) y Yolanda Díaz, trataban de levantar la moral a los suyos hablando de remontada y de expectativas de victoria, Abascal no lograba llenar la plaza de Colón de Madrid. Feijoo volvió a su tierra para, según dijo, despedir a la izquierda "que no sabe irse" y advertir a sus votantes del riesgo de que Sánchez vuelva a conseguir el apoyo de grupos minoritarios y se quede en Moncloa. No se preguntó, curiosamente, por qué él sólo cuenta con el sostén de VOX si quiere ser presidente del Gobierno. Y se comprende su preocupación por semejantes compañeros de viaje porque, en el mitin de cierre de Abascal un seguidor exhibía frenéticamente una pancarta que decía: "Feijoodete si le votas".

 

Todo muy edificante. Y hoy, el día de los ciudadanos, en el que tendremos que acudir a las urnas bajo esa nube de aire sahariano que abrasa los termómetros, solo queda elegir el mal menor. Demostrar, una vez más, el civismo de tener que optar por el candidato que menos espanto produzca porque el sentir general, y así se refleja en los estudios de opinión pública, es que nunca se había llegado, en democracia, a este deterioro de la clase política. Todos ellos han hecho campaña ignorando intencionadamente el rechazo que producen sus descalificaciones, sus insultos y la banalidad de sus golpes bajos.

 

Solo cabe esperar que gane el menos malo para los intereses de este país, que es el nuestro, en un momento delicado a nivel internacional con la invasión de Ucrania, la inflación retenida pero no vencida, y el cambio climático como reto mundial. Lo peor que podría suceder es que ningún candidato (lógicamente Sánchez o Feijoo) consiga los apoyos suficientes y tengamos que volver a otra cita electoral en otoño. Sería insoportable.