Con la ayuda de miembros del Grupo de Actividades Espeleológicas de Motril, la localidad costera de Granada donde se ubica la cavidad, Flamini ha salido el viernes minutos después de las 9:00 horas en aparente buen estado de salud, con gafas de sol para protegerse la vista y una amplia sonrisa del refugio bajo tierra que ha sido su hogar durante los más de dieciséis meses que ha durado el experimento, con el que ha batido además un récord mundial.
A primera hora bajaron a la cueva dos espeleólogos y una psicóloga para dar cobertura a la deportista en su salida al exterior, que se ha prolongado unos 40 minutos.
En el exterior de la cueva la esperaban, además de personas involucradas en el proyecto, amigos que, con mascarilla para proteger su salud, la han recibido con un fuerte aplauso, a lo que Flamini, que entró con 48 años y ha salido con 50, ha respondido diciendo que los quiere "un montón" y que se siente "muy agradecida". Luego ha pedido disculpas y que no tomen en cuenta lo sucedido abajo y abrazó a los amigos y miembros del equipo que ha seguido a diario su situación.
Ha agradecido la profesionalidad del grupo de psicólogos, espeleólogos y entrenadores físicos involucrados en el proyecto porque sin ellos, ha dicho, no hubiera sido posible.
Tras su salida se ha conocido que debido a un fallo técnico en el interior de la cueva tuvo que abandonarla durante ocho días en los que continuó aislada y sin comunicación con el exterior en una tienda base hasta que se solventó el problema.
OSCURIDAD Y SILENCIO
Tras estudiar experimentos similares llevados a cabo antes en distintas partes del mundo y ser conscientes de la dificultad del reto, Beatriz Flamini comenzó a vivir esta particular experiencia, que la ha llevado a vivir en una constante noche oscura, sola y en silencio, durante más de dieciséis largos meses.
Esta aventurera, de la que los expertos que la han tratado destacan su gran fuerza mental y voluntad de hierro, ha lidiado todo este tiempo con sus pensamientos, su ilusión, sus miedos, su valentía y arrojo, acompañada de dos cámaras GoPro, sin pantalla que contengan referencias de horas ni días, para narrar paso a paso sus vivencias.
70 METROS BAJO TIERRA
La productora Dokumalia ha seguido de cerca esos 500 días y ha registrado su vida cotidiana a setenta metros bajo tierra. Ha registrado su vida cotidiana, que grupos de investigación de las universidades de Granada y Almería han seguido de cerca para estudiar cómo afecta el aislamiento social y la desorientación temporal extrema a la percepción del tiempo, así como los cambios neuropsicológicos que ha conllevado este tremendo desafío ante la soledad, la ausencia de luz natural y el aislamiento cognitivo y social.
ALUCINACIONES
Comidas, ejercicios, días malos y buenos, problemas y dificultades, dudas, cambios en cuerpo y mente, longitud de días y noches, sensación de haber entrado en un bucle eterno de tiempo detenido a las 4 de la madrugada, momentos de terror y euforia, falta de memoria y concentración, alucinaciones, cambios de humor, incidentes imprevistos que han podido mandar todo al garete, filosofadas sobre el sentido de la vida y lúcidas reflexiones no han faltado en este inédito experimento.
Para llevarlo a cabo se ha seguido con todo el equipo participante una metodología bajo la premisa de no interferir en el reto.
En estos meses, ella ha ido dejando las tarjetas que grababa en la zona de intercambio de la cueva programada con los espeleólogos, y la productora ha ido recogiendo su experiencia desde el principio hasta el final, ha indicado Mera, que espera con ganas cómo será la salida y poder compartir su adaptación en el exterior.
INVESTIGACIÓN UNIVERSITARIA
El trabajo de la productora ha estado complementado con el que han seguido investigadores como Julio Santiago, del Departamento de Psicología Experimental y Fisiología del Comportamiento de la Universidad de Granada, que durante el proyecto Timecave ha estudiado cómo afecta el aislamiento social y la desorientación temporal extrema a la percepción del tiempo.
Desde la Universidad de Almería, grupos de investigación en neuropsicología clínica y experimental han valorado por su parte los posibles cambios neuropsicológicos y cognitivos que ha conllevado este tremendo desafío ante la soledad, la ausencia de luz y el aislamiento cognitivo y social.
Antes de la entrada a la cueva, se hizo una valoración exhaustiva de la corteza cerebral y funciones cognitivas asociadas de Beatriz a través de pruebas neuropsicológicas, clínicas y experimentales, y de un programa desarrollado para la valoración de altas capacidades de razonamiento y memoria semántica.
La empresa madrileña Kronohealth ha colaborado igualmente con Timecave para estudiar los ritmos circadianos y el sueño de Beatriz bajo las condiciones excepcionales en las que se encontraba.
El Grupo de Actividades Espeleológicas de Motril (GAEM) se encargó de preparar de forma previa la cavidad para que pudiera ser habitada durante 500 días y elaboró un plan de emergencias, que incluía el cerramiento de la cueva para evitar caída de animales y prevenir la entrada de intrusos, y un amplio sendero hasta una explanada para hacer posible el aterrizaje de un helicóptero de evacuación en caso de emergencia.
SEGURIDAD
Durante el aislamiento, la principal función ha sido velar por la seguridad de Beatriz, controlando su estado de salud a través de los pasos por las cámaras de vigilancia y las tarjetas de vídeo y notas que han extraído de la sima.
SUMINISTRO DE ALIMENTOS, AGUA Y LIMPIEZA
Otra de las funciones ha sido suministrarle alimentos y agua, y retirar la basura a través de intercambios que se hacían en un punto intermedio de la cavidad donde no ha sido posible cruzarse ni mantener comunicación.
En suma, han sido necesarias una tonelada y media de materiales y alimentos para esta experiencia, en la que se han consumido 1.000 litros de agua y en la que Beatriz ha leído 60 libros.
Asdg | Sábado, 15 de Abril de 2023 a las 09:25:29 horas
"que la ha llevado a vivir en una constante noche oscura", entonces ¿ cómo ha podido leer 60 libros?.
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