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FERMÍN BOCOS
Martes, 11 de Abril de 2023

La continua bronca política

Cuesta precisar en qué momento la política española pasó de ser un relato serio, con políticos mesurados exponiendo ideas y soluciones a las cuestiones que afectaban al común, para convertirse en el teatrillo de nuestros días en el que asistimos a un continuo alarde de descalificaciones de unos y otros.

 
Un concurso en el que algunos destacan más que otros. En ese diario certamen se lleva la palma el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, servidor público al que, amén de su multitarea como fontanero, se nota que anda sobrado de tiempo que dedica a denostar al líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo. En su descargo habría que anotar que sigue la estela trazada por su jefe, el presidente del Gobierno, inventor de una táctica parlamentaria que consiste en hacer oposición a la oposición. De esa escuela de los miércoles en las sesiones de control al Gobierno -en las que sea cual sea el asunto por el que se inquiere al miembro del Ejecutivo nunca responden a la pregunta y aprovechan la ocasión para atacar a quien osa preguntar-, maman también los portavoces de los partidos del bloque Frankenstein. Expertos algunos de ellos -el vocero aventajado es Gabriel Rufián de ERC- en sacar a pasear el fantasma de Franco y a las primeras de cambio llamar fascista a cualquier dirigente del Partido Popular que se cruce en su discurso.
 
En el Parlamento Español, hablando, no se entiende la gente. Se habla pero no se escuchan unos a otros y esa forma de desarrollar la tarea del Congreso y el Senado degrada la función para la que fueron elegidos nuestros representantes. Es una situación que se agrava en periodos de vísperas electorales. Lo estamos viendo a medida que se acerca la fecha de las elecciones locales y autonómicas. 
 
Todo es trazo grueso, bronca, descalificaciones. La clase política vive en sus respectivas burbujas. Se echa de menos a políticos dotados a partes iguales de sentido de la medida y sentido del humor; políticos ecuánimes alejados de la tentación del "y tú más" que tanto esteriliza los debates y acaba por institucionalizar la bronca parlamentaria. La escasa valoración que obtienen en las encuestas la mayor parte de los líderes actuales -ninguno supera el cinco en una escala de diez- tiene mucho que ver con esta forma de hacer política.
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