A Simeone se le va a cruzar el cable
Pese a los resultados -y a lo que nos han querido vender en su homenaje- gran parte de la prensa deportiva se ha propuesto echar a Simeone. Y lo hacen por dos motivos: para que no moleste a los intocables y para luego añorarle.
A los aficionados del Atleti siempre los “grandes” medios de comunicación nos tratan de vender la moto al más puro estilo Noam Chomsky; y ahora nos quieren colar el cuento de que Simeone está desconectado y que últimamente lo está haciendo fatal, a pesar de todos los títulos que ha ganado y de que casi el sesenta por ciento de sus partidos con el club se cuentan por victorias. Pero los datos son los que son y gracias a ellos Miguel Ángel Gil -y tal- ahora está donde está.
Sí, el Cholo es el mejor entrenador para el Atleti le pese a quien le pese. Y que no les quepa la menor duda a todos esos cenizos de la escombrera. Primero, porque siente estos colores como suyos, y no parece que ningún técnico de primer nivel se adapte mejor a la filosofía rojiblanca. Segundo, porque los números cantan, y es el entrenador más longevo de La Liga, y con mayor tasa de acierto en la competición, superando incluso a Miguel Muñoz o a nuestro querido Luis. Y, tercero, porque a la hora de aguantar palos de tuercebotas vendemandangas no le gana nadie.
Y es que lo que soporta Simeone es digno de elogio. Soporta a los cuatro cafres de la grada que no saben valorar en su justa medida todo lo que está haciendo el mejor entrenador de la historia del club. Soporta las ciclotimias de la prensa que unas veces le da vaselina y otras lo defenestra. Y soporta las ineptitudes del colegio arbitral que, con el VAR o desde el bar, ni siquiera son capaces de llegar a un consenso para interpretar su propio desaguisado normativo, más propio ahora de un videojuego que de un deporte físico y de contacto.
Pero lo peor de todo es que de tanto soportar infamias y estupideces un día -más pronto que tarde- a Diego Pablo Simeone se le va a cruzar el cable y nos va a mandar muy lejos a todos. Incluso hasta a los que le defendemos. Y luego nos invadirá ese estúpido halo romántico que llevamos los atléticos grabado a fuego por culpa de esa miserable máquina de fabricar mentiras. Y nos pondremos otra vez a llorar. Aunque ya será demasiado tarde para todos. Incluso para los giles.
A los aficionados del Atleti siempre los “grandes” medios de comunicación nos tratan de vender la moto al más puro estilo Noam Chomsky; y ahora nos quieren colar el cuento de que Simeone está desconectado y que últimamente lo está haciendo fatal, a pesar de todos los títulos que ha ganado y de que casi el sesenta por ciento de sus partidos con el club se cuentan por victorias. Pero los datos son los que son y gracias a ellos Miguel Ángel Gil -y tal- ahora está donde está.
Sí, el Cholo es el mejor entrenador para el Atleti le pese a quien le pese. Y que no les quepa la menor duda a todos esos cenizos de la escombrera. Primero, porque siente estos colores como suyos, y no parece que ningún técnico de primer nivel se adapte mejor a la filosofía rojiblanca. Segundo, porque los números cantan, y es el entrenador más longevo de La Liga, y con mayor tasa de acierto en la competición, superando incluso a Miguel Muñoz o a nuestro querido Luis. Y, tercero, porque a la hora de aguantar palos de tuercebotas vendemandangas no le gana nadie.
Y es que lo que soporta Simeone es digno de elogio. Soporta a los cuatro cafres de la grada que no saben valorar en su justa medida todo lo que está haciendo el mejor entrenador de la historia del club. Soporta las ciclotimias de la prensa que unas veces le da vaselina y otras lo defenestra. Y soporta las ineptitudes del colegio arbitral que, con el VAR o desde el bar, ni siquiera son capaces de llegar a un consenso para interpretar su propio desaguisado normativo, más propio ahora de un videojuego que de un deporte físico y de contacto.
Pero lo peor de todo es que de tanto soportar infamias y estupideces un día -más pronto que tarde- a Diego Pablo Simeone se le va a cruzar el cable y nos va a mandar muy lejos a todos. Incluso hasta a los que le defendemos. Y luego nos invadirá ese estúpido halo romántico que llevamos los atléticos grabado a fuego por culpa de esa miserable máquina de fabricar mentiras. Y nos pondremos otra vez a llorar. Aunque ya será demasiado tarde para todos. Incluso para los giles.
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