Martes, 30 de Septiembre de 2025

Actualizada Martes, 30 de Septiembre de 2025 a las 18:25:35 horas

LUIS DEL VAL
Viernes, 03 de Febrero de 2023

Polvos y lodos

La mezcla de sexo y espionaje ha sido bastante tradicional, y tenemos constancia de ser un hecho conocido en todos los ambientes, como se reveló en aquellas comidas entre el ex juez Baltasar Garzón y su actual pareja, Dolores Delgado, con el comisario Villarejo, donde doña Dolores reconoció que, a través del sexo, se consigue mucha información.

 
Lo que ignorábamos la mayoría es que este tipo de actividades pudieran tener una vertiente jurídica, y que cupiese demandar a la espía o al espía, por no haber anunciado previamente su naturaleza. Claro que, de la misma manera que los médicos no salen a la calle con una bata blanca, y el fonendoscopio colgado del cuello, ni los ladrones con una gorra, linterna, y un manojo de llaves y ganzúas en la mano, tampoco los espías van por los sitios en los que les ordenan que recojan información, con un letrero que ponga: "¡Cuidado: espía!".
 
La demanda por abuso sexual de unas mujeres que consintieron relaciones sexuales con un policía, pero que se sienten frustradas -no por la calidad y cantidad de orgasmos disfrutados- sino por no conocer, de antemano, la profesión de su ocasional pareja, suscitaría -de admitirse- una inseguridad jurídica de carácter tan inmenso que los españoles sólo podríamos tener relaciones heterosexuales con el notario delante, y tras la entrega de certificados de buena conducta, currículo profesional, certificados académicos y listado de aficiones.
 
Entendería una demanda si el policía tuviera una enfermedad venérea, pero creo que trabajar en la Policía no está equiparado, en ningún país del mundo, a las purgaciones, la clamidia, la gonorrea o la sífilis. Si se admitiera la demanda, cualquier varón podría ser multado, al descubrir su eventual pareja que era vegetariano, o excesivamente carnívoro, o forofo Del Real Madrid, siendo su compañera de alcoba del Barcelona, o inspector de Hacienda, o natural de Calatayud, o diabético.
 
El panorama podría ser tan aterrador, que los varones, con objeto de evitarse problemas, deberían acudir a la castidad como único remedio para no verse envueltos en el lodo de las reclamaciones, tan variadas como surrealistas. Y esos problemáticos y futuros lodos, vendrían de estos polvos.
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