Jueves, 11 de Septiembre de 2025

Actualizada Jueves, 11 de Septiembre de 2025 a las 14:18:05 horas

DAVID LAVILLA
Lunes, 02 de Enero de 2023

La veda del voto

Dos mil veintitrés va a ser un año muy entretenido. Al menos sociológicamente, porque nos vamos a poder deleitar con las conductas de los ‘animales políticos’ cuando vean que corre algún peligro su círculo de poder.

 
No viene de ahora el interés en buscar similitudes entre las conductas animales y las humanas. Ya el mismo Aristóteles comparaba los órganos de los mamíferos con los de los hombres para hacernos entender que ambos compartimos la misma acción fisiológica. O al menos parecida. Y de ahí que se constatara que algunos comportamientos fueran bastante parejos. 
 
Lo mismo han hecho otros científicos en diferentes épocas, tratando de comprender cómo ha ido cambiando la actitud de las dos especies en lo biológico, en lo social y hasta en lo psicológico. Y Darwin, Pávlov o Humberto Maturana son buenas muestras de ello.
 
Pero uno de los investigadores que más ha influido en los avances de esta asociación ha sido Henry Eliot Howard. Y es que hace ciento tres años el bueno de Eliot introdujo en la ciencia etológica el concepto de ‘animal territorial’. Y pudo comprobar cómo muchas especies delimitaban su área de influencia a través de diferentes vías para poder defenderse mejor de sus posibles agresores o atraer mejor a sus víctimas si fuera el caso.
 
Señales auditivas, visuales y olfativas son los toques de atención que acostumbran a dar unas bestias a otras para mantener a salvo sus dominios. Y al ‘animal político’ le pasa un poco eso, aunque cambia ligeramente el método. Discursos tuiteros en forma de hilo interminable, apariciones soporíferas en medios de comunicación, reyertas callejeras para ver quién entra primero en un vagón, lucubraciones absurdas para saber cuándo se debe lanzar una buena pedrada contra algún paisano, asaltos de carteras para seguir el rastro del dinero… son solo algunos ejemplos que nos demuestran que lo humano no está exento de lo fiero.
 
Por eso este año dos mil veintitrés va a resultar muy fácil reconocer quién es el que se postula para ser alcalde. Normalmente son aquellos que apenas se han dignado a resolver los problemas reales de su ciudadanía durante toda una legislatura, pero ahora sin vergüenzas se van a hartar de solicitar columpios para muchos parques dejados de la mano de Dios. Y van a tratar de desempolvar las máquinas asfaltadoras para llenar de grava las avenidas para que todo parezca nuevo. O solicitarán que se pinten todos los pasos de peatones para que
sepamos todo lo que cuidan de nosotros. E incluso los podrán ver apostados muchos días en los Centros de Salud o en los colegios para hacernos ver que lo público lo cuidan solo ellos.
 
Además, para que todo quede bien claro, y sepamos quién lo quiere hacer o quién ha dicho que lo ha hecho, en breve se van a encargar de empapelar de arriba a abajo las calles con sus jetas para ver si cazan más pardillos. Lo van a ver muy pronto. Pasados unos pocos meses. En cuanto se abra la veda del voto.
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