Katir, de 24 años, fue tercero en una trepidante final de los 1.500 metros del Mundial de atletismo de Eugene (Estados Unidos), en la que otro español, Mario García, ocupó la cuarta plaza.
Por delante de Katir solo llegaron el británico Jake Wightman, sorprendente ganador, y el campeón olímpico noruego Jakob Ingebrigtsen, que se conformó con la plata.
"Sabía que algún día iba a conseguir una medalla en un Mundial", declaró Katir, sin atisbo de duda, en la zona mixta del Hayward Field.
"Espero que haya hecho disfrutar a España y a mi pueblo (Mula) porque esto es solo el comienzo. En un mes está el (campeonato) Europeo", recordó.
Con su ansiado primer gran triunfo internacional, el atleta aseguró que para él "no habrá ninguna diferencia".
"Yo siempre tengo los pies en el suelo, sea campeón del mundo o no", subrayó. "Siempre seré humilde. La diferencia es que ahora creo mucho en mí".
En contraste con el joven Mario García, Katir eludió la pelea de la cabeza de carrera, en la que Ingebrigtsen trató de imponer pronto su ley.
Katir reservaba energías en la cola del grupo y, cuando la atención se centraba en el ataque de Wightman sobre Ingebrigtsen, aceleró hasta tomar la tercera posición y mantenerla ante el último arreón de García.
El dúo español dejó detrás a dos grandes candidatos kenianos: Timothy Cheruiyot, ganador del pasado Mundial de Doha-2019 y plata en Tokio-2020, y Abel Kipsang.
Envuelto en la bandera española, Katir celebró a lo grande una medalla que devuelve a España a la élite de los 1.500 metros, una prueba en la que llegó a tener a figuras como el campeón olímpico Fermín Cacho (1992).
Tres platas y dos bronces mundiales había cosechado España en esta disciplina pero el último de esos metales se remonta al lejano bronce de Reyes Estévez en 1999.
Katir inauguró el palmarés del nuevo siglo y de paso logró la segunda medalla española en Eugene tras la de Asier Martínez en los 110 metros vallas, también de bronce.
SU PADRE LLEGÓ EN PATERA
Los primeros cuatro años de vida de Katir transcurrieron en Marruecos, hasta que su familia se reunió en España.
Su padre se encontraba en ese país tras sobrevivir a una travesía en patera hasta Andalucía (sur de España).
La familia vivió primero en Huesca, cerca de los Pirineos, antes de instalarse en Mula (Murcia, sureste).
Al llegar Katir a España, su padre lo inscribió para jugar al fútbol pero, aunque sigue siendo aficionado, terminó cambiando de deporte al constatar que tenía grandes condiciones para el atletismo.
En sus concentraciones deportivas, Katir descubrió también una pasión por leer a grandes poetas como Federico García Lorca o Antonio Machado y escribir también sus propios textos.
Katir, que apenas tiene recuerdos de su infancia en Marruecos, obtuvo la nacionalidad española en 2019.
En los meses previos a los Juegos Olímpicos de Tokio comenzó a atraer la atención nacional estableciendo récords de España sucesivamente en 5.000 metros (12:50.79), 1.500 metros (3:28.76) y 3.000 metros (7:27.64).
En Tokio no cumplió con sus grandes expectativas al terminar en el octavo puesto de los 5.000 metros y el martes, con su medalla al cuello, quiso compartir el éxito con todos quienes creyeron en él.
"Hoy he pensado mucho en mi madre, en mi padre, en mi novia, en mis hermanos, en mis hermanas, en mi pueblo, Mula", dijo un radiante Katir. "Desde muy joven, todos ellos han creído en mí, y hoy los he tenido en mi corazón".
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