El Gran Telescopio de Canarias (GTC) es un telescopio reflector con un espejo primario de 10,4 metros de diámetro y 41 metros de altura, ubicado a 2.300 metros en la isla canaria. Está diseñado con las últimas innovaciones tecnológicas, y es además uno de los telescopios más avanzados del mundo, por lo que sus operadores no quieren jugársela: hasta que el volcán de Cumbre Vieja cese su actividad, el observatorio no volverá a mirar al cosmos.
“La gente de limpieza saca palas llenas de ceniza de algunos rincones”, según uno de los operadores del telescopio, Álvaro Tejero, en una entrevista con ‘El País’. Las ventanas están negras y las líneas de la carretera son invisibles bajo las partículas que llueven del volcán y se depositan por toda la isla.
"Muchos de los 55 compañeros que trabajamos aquí están siendo afectados directamente por esta tragedia. Alguno incluso ha perdido su vivienda. Otros han sido evacuados, no se sabe hasta cuándo", comenta Tejero. La reapertura del telescopio parece algo muy lejano.
LIMPIEZA COMPLICADA
El Gran Telescopio de Canarias (GTC) es actualmente el telescopio óptico-infrarrojo mayor del mundo. Costó nada menos que 130 millones de euros y el presupuesto anual es de casi 9 millones. Gracias a él, se ha podido estudiar la naturaleza de agujeros negros o la formación de estrellas y galaxias.
“Limpiar este domo es un trabajo muy complicado, pero si permanecemos en esta situación un mes más, intentaremos encontrar un sistema para hacer una limpieza a fondo cada vez que haya un episodio de gris”, dice el astrofísico italiano Romano Corradi, director del GTC.
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