Por Luciana Prodan
Viernes, 10 de Septiembre de 2021
El dramaturgo Ramón Caudet publica Bruna, su primera novela
El eco de la vida
“Hasta ayer creía que la mejor manera de comenzar el día era con un café amargo que me sacudiera con un destello de locura o con un recuerdo que apaciguara la incertidumbre que me asalta algunos días, cuando desde la cama veo el mundo que me espera afuera. Pero ya no podrá ser así, hoy sucedió lo inimaginable y de aquí en adelante nada será igual. Hoy he muerto y he resucitado. He comprendido que cada noche hay que dejarse morir y cada mañana renacer, convertida en sombrilla si hace sol o en paraguas si está lloviendo. Me llamo Mireille, o, mejor dicho, me conocen como Mireille, pero también me llamo Nuria. Soy francesa, o, más bien, solo tengo un pasaporte y es francés, pero también soy catalana. Soy las dos, Mireille y Nuria. Estoy hecha de mimbre y acero. Soy mujer, madre, esposa y, nuevamente, niña. Mi lista de personas favoritas es corta y la de animales larga”, escribe el dramaturgo Ramón Caudet en el prólogo de Bruna, su primera novela publicada por Huso Editorial, después de adueñarse de la voz Mareille, una mujer que, entre otras cosas, se ¿desnuda? frente a nuestros ojos con la única intención de reconocerse a sí misma dejándonos atentos, desconcertados, expectantes…
Imagino a Mirielle arriba de un escenario haciendo un soliloquio de su propio historia. La imagino sentada sobre a aquel baúl vacío, pero lleno de memoria, que llegó a su vida para reclamar su lugar.
Puedo verla intentando explicar quién es, quién siente que es, y quién le contaron que era, sumergida en esa sensación que a todos nos astilla la inocencia, cuando nos damos cuenta de que estamos perdidos. Que no sabemos en quién creer. En qué creer. En quién confiar.
Me pregunto desde qué lugar contamos lo inimaginable o, mejor dicho, qué nos pasaría si una tarde cualquiera, alguien nos dejara un baúl en la puerta de nuestra casa y, al abrirlo, nos encontráramos con un puñado de cartas que nos cuentan al oído que no somos los que creemos. Que tuvimos y tendremos dos vidas, dos nombres, dos ciudadanías y dos ¿madres? O dos mujeres que hicieron lo mejor que pudieron. Que nunca fueron ni serán inocentes, pero que tampoco son culpables.
Barcelona como telón de fondo. Un país destruido, oprimido. Una amenaza, una sentencia, y una decisión que marcará y partirá la vida de tres mujeres en partes iguales, son algunos, y solo algunos de los principales disparadores de una historia que esta narrada por Ramón Caudet con una sutileza y una crudeza admirable, logrando que cada capítulo se transforme en un puzzle compacto y delicado que contiene y protege a sus piezas como a nada. Como a nadie.
“Lo más definitivo de la novela o, dicho de otra manera, lo que le deja al lector por encima de todo, es a una mujer, Bruna, a la que a mí se me hace imposible no amarla. Su vida es una montaña rusa con algunos episodios desgarradores que van más allá de lo que es aceptable vivir. Puedo decirle que la creé yo, pero la maestra es ella”, contestó Coudet en una entrevista cuando le preguntaron sobre Bruna. Lo leo y pienso que su declaración es casi un acto de justicia. Que las dos sabemos que tiene razón. Que los tres sabemos que no miente.
Ramón Caudet firma los días 11 y 12 en la caseta de Huso editorial (149) de la Feria del libro de Madrid a las 20:00 y y 12:00 respectivamente.
![[Img #118082]](https://madridpress.com/upload/images/09_2021/6493_cubierta-bruna-ramon-caudet.jpg)
Imagino a Mirielle arriba de un escenario haciendo un soliloquio de su propio historia. La imagino sentada sobre a aquel baúl vacío, pero lleno de memoria, que llegó a su vida para reclamar su lugar.
Puedo verla intentando explicar quién es, quién siente que es, y quién le contaron que era, sumergida en esa sensación que a todos nos astilla la inocencia, cuando nos damos cuenta de que estamos perdidos. Que no sabemos en quién creer. En qué creer. En quién confiar.
Me pregunto desde qué lugar contamos lo inimaginable o, mejor dicho, qué nos pasaría si una tarde cualquiera, alguien nos dejara un baúl en la puerta de nuestra casa y, al abrirlo, nos encontráramos con un puñado de cartas que nos cuentan al oído que no somos los que creemos. Que tuvimos y tendremos dos vidas, dos nombres, dos ciudadanías y dos ¿madres? O dos mujeres que hicieron lo mejor que pudieron. Que nunca fueron ni serán inocentes, pero que tampoco son culpables.
Barcelona como telón de fondo. Un país destruido, oprimido. Una amenaza, una sentencia, y una decisión que marcará y partirá la vida de tres mujeres en partes iguales, son algunos, y solo algunos de los principales disparadores de una historia que esta narrada por Ramón Caudet con una sutileza y una crudeza admirable, logrando que cada capítulo se transforme en un puzzle compacto y delicado que contiene y protege a sus piezas como a nada. Como a nadie.
“Lo más definitivo de la novela o, dicho de otra manera, lo que le deja al lector por encima de todo, es a una mujer, Bruna, a la que a mí se me hace imposible no amarla. Su vida es una montaña rusa con algunos episodios desgarradores que van más allá de lo que es aceptable vivir. Puedo decirle que la creé yo, pero la maestra es ella”, contestó Coudet en una entrevista cuando le preguntaron sobre Bruna. Lo leo y pienso que su declaración es casi un acto de justicia. Que las dos sabemos que tiene razón. Que los tres sabemos que no miente.
Ramón Caudet firma los días 11 y 12 en la caseta de Huso editorial (149) de la Feria del libro de Madrid a las 20:00 y y 12:00 respectivamente.























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