El último espectáculo de Arcas surge, en palabras de la bailarina y coreógrafa, de "los viajes a Málaga para visitar a mi padre, bastante enfermo".
"En su casa, donde me crié, me reencontré con referencias, iconos y símbolos que tenía casi olvidados. Recordé anécdotas y miedos, reconectando con el folclore de mi infancia. Quería bailar un sentimiento que es propio de ese folclore: la muerte como celebración de la vida, la fiesta y la catarsis individual y colectiva", ha apuntado.
Otras dos mujeres malagueñas han acompañado a Luz Arcas en el proceso creativo, la violinista y compositora Luz Prado y la fotógrafa Virginia Rota.
La pieza recoge referencias como la procesión por el mar de la Virgen del Carmen, o la alusión a Trinidad Huertas, La Cuenca, una bailaora del siglo XIX que se hizo famosa con un número en el que representaba a una torera y que le dio el sobrenombre de 'La Valiente'.
'Toná' recoge también "los símbolos, las supersticiones, los prejuicios, el paganismo y los mitos". Arcas ha afirmado que la memoria colectiva y los imaginarios populares son "cruciales porque nos acogen y nos salvan del individualismo invitándonos a elaborar un relato compartido".
Tras obras como 'Bekristen', en la que se mostraba la "violencia radical" del neoliberalismo y 'Una gran emoción política', sobre la figura de María Teresa León, la guerra civil y la memoria, Luz Arcas continúa cincelando en 'Toná' su "particular" lenguaje escénico.
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