El impuesto de los ricos lo pagan los pobres

Este extracto está en el Libro VIII (cap. 2º) de “El Espíritu de las Leyes” de Montesquieu. Los demagogos, que son quienes gobiernan España en estos momentos, nunca apelan a la razón, sino a las bajas pasiones. La razón es incompatible con ellos. Para gobernar necesitan excitar los más bajos instintos de la gente, sobre todo de la menos cultivada, como la envidia, la avaricia e incluso el odio. Lo más primario, elemental y rastrero de las pasiones humanas. Tan elemental como ver en la Economía un juego de suma cero, que presupone que sólo se puede ser rico a costa de que haya pobres. Por tanto, si acabamos con los ricos, dejaremos de ser pobres. Y ahí están la URSS, o Corea del Norte  y sus respectivos vecinos, como Finlandia o Corea del Sur, para demostrar lo contrario; pero no cabe razonar, la cosa va de bajos instintos.

 

Que este Gobierno lleva a España al precipicio, lo ve cualquiera que tenga no cuatro, sino dos dedos de frente. Espero que los que tienen tres, al menos, sean algún día mayoría. Ya empezó Iglesias con su oda a las nacionalizaciones, el conocido exprópiese de su ídolo Chávez, y le coreó Teresa Rodríguez amenazando con la incautación de los ahorros de las cuentas. Resultado: La gente que tenía posibles se asustó y empezó a sacar su dinero de España, lo que es rigurosamente legal en el marco del mercado único; pero si esta gente no se hubiera visto odiada y amenazada, el dinero seguiría aquí y se invertiría aquí. ¿Quiénes pagan? Los pobres. Lo mismo sucede con “el impuesto de los ricos”, que empezó anunciando el PSOE en las Elecciones de 2011, pues su deriva demagógica filocomunista arranca de ZP. Por cierto no sé si se han fijado que cada vez que se anuncia dicho impuesto sube el gasoil. Todo un símbolo. Sánchez, hijo matrimonial, sólo sigue a papá ZP, igual que su hijo extramatrimonial Pablo Iglesias, que ya les birló el nombre del fundador y ahora quiere quedarse con la herencia entera. La última ocurrencia (maliciosa como todas) del todopoderoso vice se dirige a crear un nuevo impuesto, que toda la vida se ha llamado Impuesto sobre el Patrimonio, un impuesto cedido, que tanto ellos, como el PSOE y los nacionalistas catalanes (no los vascos, que tienen sistema tributario propio) querían igualar en todas las Comunidades Autónomas, eliminando la posibilidad de bonificaciones, que en algunas de ellas son del 99%; pero ¡ah amigo!, para ello hace falta modificar una Ley Orgánica, la LOFCA y eso requiere de mayoría absoluta en el Congreso, aparte de que, sin ninguna duda, no se puede hacer por Real Decreto-Ley.

 

El truco del almendruco es crear un impuesto “aparentemente nuevo”, “el de los ricos”, para saltarse la reserva de Ley Orgánica, lo que es flagrantemente inconstitucional. Lo que hacen se podría definir como un “Fraude de Ley Constitucional”, al ser el Fraude de Ley una de las estructuras profundas del Derecho, de todo el Derecho. Todo ello aparte de que hallarnos ante dos impuestos sobre el patrimonio, el de siempre y “el de los ricos”, nos sitúa ante un caso claro de doble imposición, por no hablar de la posible contravención, a su vez, del art. 31 de la Constitución, puesto que el sistema tributario, con los altos tipos que se quieren establecer, para determinadas personas pasaría a tener un alcance confiscatorio. De implantarse algo así, los malvados “ricos”, quienes crean riqueza y puestos de trabajo de los que nos beneficiamos todos, no tendrían más remedio que irse de España (fuga del talento emprendedor) y llevarse todo su patrimonio. Resultado: la república bolivariana de España, ideal de estos aprendices de Chávez y Maduro. Y el pueblo a proveerse de papel higiénico, a partir del aprendizaje adquirido en el ensayo totalitario de un estado de alarma injustificado e injustificable.