Vencer al virus con la televisión
Aunque sea por comparación con los otros dirigentes europeos, la aparición en público de Pedro Sánchez se ha convertido en un exceso de difícil digestión, incluso puede que contraproducente para sus intereses. Sin embargo, en nada ha ayudado a resolver el verdadero problema al que nos enfrentamos.
Desde su primera comparecencia, el pasado 12 de marzo, su exposición ha sido imparable, siempre haciendo uso de la televisión pública y del resto de medios que, por responsabilidad, dan cabida a verdaderas peroratas. No hay que olvidar que cuando Sánchez aparece por primera vez en la televisión habían sólo 1.266 casos y, por contra, 324 muertos. Algo no se estaba haciendo bien. Sus apariciones han durado de los 40 minutos de la primera, a los 70 de la semana pasada y, de nuevo, 40 minutos, ayer. En total, han sido 12 apariciones que no han tenido la menor eficacia técnica, porque, posteriormente, sus colaboradores se han visto obligado a matizarlas. En muchas ocasiones, actúa como «globo sonda» para saber la recepción de determinadas medidas por la ciudadanía, como cuando anunció que los niños podían empezar a salir a la calle o aspectos concretos de la desescalada. Con este panorama, es evidente que ha dejado de buscar la eficacia del mensaje, que debería ser claro y conciso, para perseguir otros réditos que ve peligrar.
Desde su primera comparecencia, el pasado 12 de marzo, su exposición ha sido imparable, siempre haciendo uso de la televisión pública y del resto de medios que, por responsabilidad, dan cabida a verdaderas peroratas. No hay que olvidar que cuando Sánchez aparece por primera vez en la televisión habían sólo 1.266 casos y, por contra, 324 muertos. Algo no se estaba haciendo bien. Sus apariciones han durado de los 40 minutos de la primera, a los 70 de la semana pasada y, de nuevo, 40 minutos, ayer. En total, han sido 12 apariciones que no han tenido la menor eficacia técnica, porque, posteriormente, sus colaboradores se han visto obligado a matizarlas. En muchas ocasiones, actúa como «globo sonda» para saber la recepción de determinadas medidas por la ciudadanía, como cuando anunció que los niños podían empezar a salir a la calle o aspectos concretos de la desescalada. Con este panorama, es evidente que ha dejado de buscar la eficacia del mensaje, que debería ser claro y conciso, para perseguir otros réditos que ve peligrar.























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