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VICTORIA LAFORA
Jueves, 30 de Abril de 2020

No queda otra

Por fin, el Gobierno ha hecho público el plan para salir escalonadamente del confinamiento. Se trata, no solo de recuperar la libertad de movimientos, sino de volver a poner en marcha la economía gravemente dañada.

Pese a las críticas de la oposición, (desde la derecha que ve en esta crisis un medio para recuperar los votos que se fugaron a VOX, a los nacionalistas del PNV, o los "amigos" independentistas catalanes tan vigilantes de sus competencias), lo cierto es que todos los expertos sanitarios coincidían en la necesidad de prudencia dado el altísimo nivel de contagios que hemos padecido y la falta de test fiables.
 
Es verdad que la graduación en la severidad de las medidas de confinamiento llega horas después del último fiasco del Ejecutivo con la satisfecha comparecencia del ministro de Sanidad. Su relato de que ocupábamos uno de los puestos de cabeza entre los países de la OCDE en cuanto al número de pruebas fue rápidamente desmentida (¿Cómo pudo llegar a creérselo?) y pasamos al furgón de cola: el de los deberes mal hechos.
 
Pero, fiascos al margen, no queda otra, dado el altísimo número de fallecidos por el maldito virus y de personal sanitario contagiado, que regresar a la normalidad con pausas y con pruebas de que no se vuelven a disparar los contagios, lo que llevaría a otro cierre total y a hundir definitivamente a las medianas y pequeñas empresas. Se acusa al Gobierno de falta de precisión en las fechas pero es que resulta muy difícil saber las consecuencias de, por ejemplo, la salida de los niños a la calle, que ya hizo saltar las alarmas al no guardar las distancias de seguridad.
 
Las distintas fases y el hecho de que vayan a aplicarse por provincias resulta lógico, dado que en nivel de contagios difiere radicalmente entre los centros urbanos, masificados, y las pequeñas localidades o islas casi sin contagiados. Nada tiene que ver que esos pueblos dependan de una CCAA o de otra, lo fundamental es que no llegue el maldito virus del que se salvaron por su aislamiento natural. ¿O es que el PNV o Torra tienen una solución mejor para proteger a sus ciudadanos? 
 
La sesión de control de este miércoles demostró, una vez más, la imposibilidad de llegar a acuerdos entre las fuerzas políticas, no ya para salir del drama humanitario sino para afrontar la imprescindible recuperación económica. La oposición reclama, y con razón, que el Gobierno entone un mea culpa por los errores de gestión cometidos hasta ahora. Sánchez reconoce fallos pero inmediatamente, reivindica sus medidas. A lo mejor una mayor dosis de humildad allanaría el camino y rompería el argumentario de Casado, quien defiende que el PSOE quiere socializar su fracaso.
 
En cualquier caso, y siendo estas medidas lo único que se puede hacer, por ahora, no hubiera estado mal que antes del Consejo de Ministros se hubiera llamado a los líderes de la oposición para explicarles el plan y escuchar alguna propuesta. Tender la mano, como volvieron a ofrecer Iglesias y Sánchez en el hemiciclo, es también saber escuchar.
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