La Guardia Civil, como cuerpo de seguridad del Estado, es natural que extienda la defensa y protección de éste a su órgano ejecutivo, el Gobierno de la Nación, si bien en ningún caso esa defensa puede atropellar el esencial derecho democrático de la ciudadanía a la libertad de expresión. Tampoco nadie, en la misma línea de sujeción a la ley, puede impunemente presentar como noticia o información veraz la sarta de "fakes" e invenciones con que desde las cavernas se pretende atormentar al Gobierno, atribuyéndole propósitos y acciones criminales, diabólicas o falsas en su gestión de la epidemia que está segando la vida de tantos españoles y privando de libertad a todos ellos.
Tan cierto es que la actuación del Gobierno frente a la irrupción del morbo que nos ha situado en el dramático podio del país con mayor índice de mortalidad ha sido errática, improvisada, titubeante y desconcertada, como que la masiva producción de bulos, fabricados con el exclusivo propósito de dañarle, no ha contribuido precisamente a reforzar la lucha contra la epidemia, ni a generar unión entre los españoles, ni a suministrar la necesaria dotación moral a nuestros sanitarios, ni a proporcionar consuelo a los enfermos ni a las familias de los fallecidos, sino antes al contrario.
El general José Manuel Santiago no es, pese a la corrección con que suministra el parte diario relativo a sus competencias, un orador, ni un político, por lo que su mayor sinceridad le ha conducido al "desliz" que ha producido tanto escándalo. Ahora bien; a resguardo de que se tenga que ver si en esa "minimización" de los ataques se ha podido desbordar o conculcar la ley, uno aprecia oír de labios de alguien la verdad.
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