Marco Polo Sánchez
Pedro Sánchez iniciará esta semana, anuncian desde La Moncloa, un viaje por las principales capitales europeas hablando de la necesidad urgente de llegar a un acuerdo para frenar el alza en el precio de la energía, que ha hecho trizas presupuestos anuales, planes de empresas y los datos de crecimiento previstos en la UE.
'Desgasificar' la factura de la luz es, dicen, una receta difícil que requiere un amplio pacto en las naciones de la UE. Pero ese pacto ha de ser, además, político: cómo afrontar la avalancha de Putin no solo sobre Ucrania, sino sobre la economía occidental. Y, claro, no podrá Sánchez olvidar, en sus conversaciones con sus homólogos, que Madrid acogerá, dentro de tres meses, la 'cumbre' de la OTAN acaso más importante y delicada en la historia de la Alianza. Lo que está por ver es que esta ronda de encuentros internacionales de 'Marco Polo Sánchez' sirva para algo si el clima de la política nacional no está pacificado.
Y, hoy por hoy, no lo está. Aún. Cierto que se avizoran cambios importantes en el principal partido de la oposición, cambios que supondrán un nuevo enfoque en las relaciones con el Gobierno de Sánchez... si Sánchez lo permite, claro, que esa es otra. Personalmente, no tengo dudas de que la 'era Feijóo' va a ser diferente de la precedente por varias razones, pero sobre todo por una: esto no puede seguir así, y Feijóo y Sánchez (no sé si tanto Abascal y Belarra) lo saben.
Se cumplen ahora dos años desde que la pandemia nos cambió la vida. Dos años en los que ha ocurrido, del Rey abajo, de todo. En los que creíamos haber visto de todo, desde un tipo vestido de búfalo poniendo los pies sobre la mesa del presidente del Senado norteamericano hasta gente esquiando, gracias a Filomena, por la Puerta del Sol. Pasando por las calles completamente vacías a mediodía, desalojadas por el confinamiento o al hombre que ejerció la jefatura del Estado durante cuarenta años abandonando, tal vez definitivamente, su país. Creíamos haberlo visto todo, sí. Y entonces, cuando pensábamos que nos empezábamos a recuperar, llegó Putin. En el peor momento, claro, como no podía ser de otro modo, porque se trataba de asestar un golpe letal a su odiada Europa. ¿Se saldrá con la suya?
Este lunes se debatirá en el Parlamento una proposición no de ley del PP pidiendo el envío de más armas a la resistencia en Ucrania. Veremos si el socio del PSOE en el Gobierno, Unidas Podemos, apoya la iniciativa. De momento, las encuestas nos muestran con claridad que los votantes del partido 'morado' son los más reticentes a que España participe, con estos envíos de armas, en la guerra desencadenada por Putin, que ni siquiera permite que esta palabra, 'guerra' se cuele en los censurados medios de comunicación rusos.
Ya digo que, en paralelo a este viaje, que algo tiene de promocional, por Europa (y eso de la autopromoción no tiene por qué ser algo malo en política; véase el caso de Macron, sin ir más lejos), Sánchez tiene que arreglar las cosas en casa. Introducir coherencia en la coalición gubernamental y generar un clima de colaboración transversal, en lugar de la habitual confrontación permanente. Algo de este nuevo clima he querido atisbar en la Conferencia de presidentes autonómicos este domingo en La Palma. Sánchez, el 'hombre tranquilo', al menos en apariencia, tiene ante sí una pequeña labor de nada: solo tiene que contribuir a cambiar el mundo, evitado que siga como está. No sé si será capaz de tanto, pero es lo que debemos exigirle. Permítame usted recomendarle que eche un vistazo al 'Libro de las maravillas del mundo', que el veneciano Marco Polo escribió --con ayuda de un 'negro'-- en su prisión genovesa. Viajar es una manera de ensanchar el alma, pero el principal viaje es el que emprendemos hacia nosotros mismos, ¿verdad, presidente?
'Desgasificar' la factura de la luz es, dicen, una receta difícil que requiere un amplio pacto en las naciones de la UE. Pero ese pacto ha de ser, además, político: cómo afrontar la avalancha de Putin no solo sobre Ucrania, sino sobre la economía occidental. Y, claro, no podrá Sánchez olvidar, en sus conversaciones con sus homólogos, que Madrid acogerá, dentro de tres meses, la 'cumbre' de la OTAN acaso más importante y delicada en la historia de la Alianza. Lo que está por ver es que esta ronda de encuentros internacionales de 'Marco Polo Sánchez' sirva para algo si el clima de la política nacional no está pacificado.
























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