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Miércoles, 09 de Marzo de 2022
En la muestra 'Una Mirada Compartida'

Alka Moldovan trae a Madrid sus personajes "del otro lado de la bruma"

La pintora madrileña de origen rumano y afincada actualmente en Asturias Anka Moldovan vuelve a exponer en la capital, donde presenta la exposición 'Una Mirada Compartida', que se podrá ver hasta el 31 de marzo en el Instituto Cultural Rumano.

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Moldovan presentó la muestra en el Día Internacional de la Mujer, en el Instituto Cultural Rumano de Madrid, en un acto al que acudieron la presidenta de la Asamblea de Madrid, María Eugenia Carballedo; el consejero de Administración Local y Digitalización de la Comunidad, Carlos Izquierdo; el exconsejero de Cultura Jaime de los Santos --que actuó de maestro de ceremonias junto a la directora del Instituto Maria Pop--; además de otras personalidades del mundo de la política y también de la cultura, como importantes galeristas, pintores, coleccionistas y otros artistas.
 
"Estamos viviendo momentos muy duros, el arte siempre refleja el tiempo vivido y mi pintura no es una excepción. Una parte importante de los cuadros de esta exposición están pintados en tiempos de pandemia y en ellos quiero reflejar la fortaleza del ser humano como grupo, ya sea a nivel familiar, entre amigos o como sociedad, que cuando se une es capaz de superar cualquier adversidad", manifestó.
 
La pintora de seres susurrantes y enigmáticos describió también su original técnica creativa, que logra transmitir tan bien a los individuos en movimiento, un humanismo al que en estos últimos cuadros incorpora elementos naturales de la aldea asturiana en la que ahora vive. "Hoy es un día importante porque muchos cuadros están de estreno ya que finalizan en la mirada del espectador", concluyó.
 
UN TRIÁNGULO VIRTUOSO
 
'Una Mirada Compartida' es un triángulo virtuoso en el que la artista comparte los mundos creados con los espectadores, pero también con sus criaturas, "estableciendo un juego de miradas cruzadas en el que todos observamos y somos observados, con curiosidad, deseando saber más".
 
"Pero no son obras que se agoten en la mirada, porque sus personajes, incluso los retratos, están en tránsito, tienen un pasado que brota de los pinceles sangrantes y un futuro no escrito", señala.
 
Como explica el comisario de la exposición Santiago Martínez, en la esencia de estos óleos se halla "una manifestación clara de lo sublime, por la cual la condición del ser humano, efímera y fugaz, se halla sometida a los ritmos del universo".
 
Los seres de Moldovan llevan en su rostro y en su gesto la gravedad y responsabilidad de una misión de la que nada sabemos, aunque somos capaces de sentir su determinación y grandeza moral. Y su avance decidido hacia nosotros nos interpela y nos compromete. Hablaba de rostro cuando no son pocos los retratos que carecen de él, sin que ello suponga ausencia de alma o de identidad", argumenta.
 
Los retratos, añade el comisario, cumplen con el principio de la trilogía kantiana de verdad, bondad y belleza. "Y no son obras que tratan, como sucedía históricamente, de satisfacer el ego de la persona, sino que se nos acercan para contarnos su historia", apunta.
 
SERES MADUROS Y PAISAJES DESENFOCADOS
 
En esta nueva exposición pictórica Anka Moldovan desplaza al espectador un universo de bruma y humedad, ligeramente desenfocado en el paisaje, "pero perfectamente centrado en sus objetivos".
 
"Sus seres parecen caminar hacia la abstracción y sin embargo los reconocemos; incluso nos reconocemos. A la inconcreción formal de las figuras se une la del propio lugar que habitan. Las referencias espaciales también se desdibujan, no hay fronteras, y apenas se intuye la línea del horizonte. Son ambientes abiertos que transmiten sentimientos encontrados. Es una pintura de valores éticos, además de los artísticos", describe Santiago Martínez,
 
Los seres de Moldovan son, desde su óptica, responsables, maduros, "se yerguen con dignidad y aceptan su papel en beneficio de la colectividad, sin ruido ni alharacas, sin estridencias; susurran para no molestar porque son la voz de la persuasión; nos escuchan y nos aceptan".
 
LA PINTORA
 
Anka Moldovan nació en 1976 en Cluj-Napoca, Rumanía. "Crecí rodeada de iconos bizantinos. Mi padre es sacerdote ortodoxo y crecí en la familiaridad de ver el interior de las iglesias pintadas con inmensas figuras representadas en las paredes, los dorados, los diversos colores... Todo aquello me fascinó desde pequeña", detalla.
 
La decisión de la Iglesia ortodoxa de enviar a su padre a España permitió a su familia alejarse del régimen de Ceauçescu, que ya había provocado el éxodo de la intelectualidad rumana. En 1980 su padre funda la primera iglesia ortodoxa de España y toda la familia se instala en Madrid.
 
Moldovan ha vivido a caballo entre España y Rumanía, absorbiendo las dos culturas e integrándolas. "Pasaba los veranos en la casa de mis abuelos, en un pueblo rural de la Rumanía comunista de Ceauçescu. Allí, la luz se iba con frecuencia y mi abuela encendía velas y candelabros por la casa, creando sombras gigantes proyectadas en la pared que yo perfilaba con lo primero que tuviera a mano, como lápices, tizas o carbón, queriendo imitar los muros de los templos ortodoxos. Aunque a mi familia no siempre le hacía demasiada gracia mi afán por decorar las paredes, tengo que agradecerle que me compraran más lápices de colores que muñecas", relata.
 
Licenciada en Historia del Arte por la Universidad Autónoma de Madrid en el año 1998, ha contado con las enseñanzas de pintores españoles como Francisco Molina y Guillermo Oyagüez y también con la de artistas rumanos como Florin Stefan.
 
Al finalizar la carrera, colaboró con el productor y director de televisión Valerio Lazarov, sirviendo de puente cultural para el desarrollo de una nueva televisión en la Rumanía democrática.
 
Comprometida con temas sociales de la Comunidad de Madrid desde el año 2007, llegó a ser la primera diputada de la Asamblea regional de origen rumano. "Siempre he considerado importante que el ciudadano se implique políticamente, se comprometa, aportando así su visión para mejorar la sociedad", ha señalado.
 
Anka Moldovan ha expuesto en Madrid, Oporto, Nueva York o París, siendo reconocido su trabajo en diversos concursos, recibiendo la Medalla al mérito por la contribución a la imagen de Rumanía en el mundo, otorgada por el Gobierno de ese país.
 
Desde 2019 vive en un lugar pequeño de 9 habitantes del concejo de Salas, en Asturias, donde ha construido su taller en un antiguo pajar rehabilitado. "Vivo en el campo, en plena naturaleza. Aquí tengo el silencio, la tranquilidad, tiempo para pensar, para experimentar... Desde mi estudio puedo disfrutar de unas nieblas rotas de luz que me inspiran para pintar a mis personajes que vienen del otro lado de la bruma", describe.
 
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