Una decisión estratégica
Las últimas encuestas que se han publicado enfrían el optimismo con el que el PP afrontó los primeros compases de la campaña electoral en Castilla y León. De rozar la mayoría absoluta han pasado a un pronóstico en el que, caso de confirmarse, emplazaría a los populares a gobernar con Vox, partido al que los sondeos atribuyen un crecimiento notable.
En ese escenario se escuchan voces que atribuyen la supuesta pérdida de empuje de la candidatura de Fernández Mañueco a dos hechos disociables entre sí. El más objetivo -por evidente- es que los comicios son autonómicos y, por primera vez en esta región, feudo durante más de treinta años del PP, no van acompañados de elecciones municipales factor clave para conseguir una gran movilización de los electores sabido que los populares tienen representación en los consistorios de los 2.248 ayuntamientos que hay en la región.
El segundo factor que podría explicar el desinfle que pronostican los sondeos parece que estaría vinculado con un hecho opinable pero que cabria considerar: ni Mañueco es Isabel Díaz Ayuso --que en Madrid supo dar con la tecla que le permitió conseguir una victoria aplastante frente al PSOE-- ni parece que la implicación directa en la campaña de Pablo Casado esté rindiendo el resultado esperado.
A una semana vista de la cita con las urnas, la expectativa se centra en saber si Mañueco está dispuesto a asumir que tendrá que solicitar el apoyo de Vox y saber qué precio va a poner el partido de Santiago Abascal a esa colaboración a sabiendas de que podría consistir en entrar en el gobierno de la comunidad. Pedro Sánchez concurrió a las elecciones generales asegurando que nunca pactaría con Podemos --dicha posibilidad le impedía conciliar el sueño--, pero le faltó tiempo para pactar con ellos metiendo a la extrema izquierda en el Gobierno. Sánchez actúa sin complejos, va a lo suyo, los complejos se los deja al PP. Mañueco tendrá que tomar una decisión que por su trascendencia política será una opción estratégica.
En ese escenario se escuchan voces que atribuyen la supuesta pérdida de empuje de la candidatura de Fernández Mañueco a dos hechos disociables entre sí. El más objetivo -por evidente- es que los comicios son autonómicos y, por primera vez en esta región, feudo durante más de treinta años del PP, no van acompañados de elecciones municipales factor clave para conseguir una gran movilización de los electores sabido que los populares tienen representación en los consistorios de los 2.248 ayuntamientos que hay en la región.
El segundo factor que podría explicar el desinfle que pronostican los sondeos parece que estaría vinculado con un hecho opinable pero que cabria considerar: ni Mañueco es Isabel Díaz Ayuso --que en Madrid supo dar con la tecla que le permitió conseguir una victoria aplastante frente al PSOE-- ni parece que la implicación directa en la campaña de Pablo Casado esté rindiendo el resultado esperado.
A una semana vista de la cita con las urnas, la expectativa se centra en saber si Mañueco está dispuesto a asumir que tendrá que solicitar el apoyo de Vox y saber qué precio va a poner el partido de Santiago Abascal a esa colaboración a sabiendas de que podría consistir en entrar en el gobierno de la comunidad. Pedro Sánchez concurrió a las elecciones generales asegurando que nunca pactaría con Podemos --dicha posibilidad le impedía conciliar el sueño--, pero le faltó tiempo para pactar con ellos metiendo a la extrema izquierda en el Gobierno. Sánchez actúa sin complejos, va a lo suyo, los complejos se los deja al PP. Mañueco tendrá que tomar una decisión que por su trascendencia política será una opción estratégica.
Rufino Soriano Tena | Martes, 08 de Febrero de 2022 a las 12:08:59 horas
¿Pero por qué no se unen de una vez por todas PP, VOX y C´S? A mi juicio, si de verdad son derecha y centro-derecha sería lo lógico. ¿O no?
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