El urbanita "agrario"
¡Estamos perdidos! Los urbanitas progres y bienpensantes han decidido convertirse en los salvadores del campo. Ha nacido el urbanita agrario que va a redimir esa "España Vaciada", va a convertir a los rurales a sus mandamientos, aunque no quieran y sea a palos y golpes legales y va a "llenar" esa España Vaciada.
De palabrería, porque ellos allí solo van a dar sermones y ver si pillan cacho y cargos. Y los resultados de ese amor abrasador e impuesto y al que no cabe decir que no, ahí no vale el No es No de la Montero, porque es por nuestro bien, pueden ser la definitiva puntilla del sector agropecuario y de las gentes que viven de ello.
Porque verán, lo que pretenden ahora es dictaminar, sin tener sobre ello ni la más pajolera idea y con el doctrinario progrecrático como tablas de la Ley de obligatorio cumplimento, qué alimentos y cómo hay que producirlos y qué debemos comer todos y cada uno de nosotros. Todo ha de ser superecológico, megasostenible, ultranatural y animalista. Todo es un delirio que ya no sabe uno si va por lo del buen salvaje, la agricultura de subsistencia o simplemnte la ñoñería rampante. Las recetas propuestas son tan infantiles y risibles que no merecerían ni siquiera un comentario sino fuera porque están dispuestos a llevarlas a la práctica y convertir su delirio en nuestra pesadilla. Y ni les cuento los efectos sobre las gentes que viven en la tierra y de ella.
Es tan simple como que la población humana ha aumentado desorbitadamente y que come todos los días. Alimentarla supone que el concepto de agricultura y de ganadería ha de ajustarse a esas necesidades. En plata, que si todos los alimentos alimentos hubieran de ser producidos con esas pautas no habría otra que hacer labrantío la tierra entera, hasta los polos y los océanos. Eso además de que resultarían carísimos e inalcanzables para una inmensa mayoría.
Les pondré el ejemplo del cerdo, del pollo o los huevos, habituales en nuestros condumios, que menos mal que lo son porque no hace tanto eran lujo dominical como mucho. ¿Cuál es la propuesta? ¿Los pollos todos de corral y arreñal? ¿Cada cual cría los suyos? ¿También en los balcones? ¿Los cerdos todos patanegra y montanera de bellota? ¿Y quién alcanza a pagarlo? ¿O como antes, cada cual en su corte en el pueblo, alimentado con las sobras de casa y por san Martin la matanza? ¿Y dónde se cría al cochino en el piso? ¿Y los huevos, qué hacemos si acabamos con las granjas avícolas de un plumazo?.
Pues ello aplíquenlo a todo, pero no solo la carne, sino al pescado, ¿prohibimos la acuicultura, porque también son megagranjas? , sino también verduras, frutas y granos. Y da igual si nos hacemos todos veganos, algo que no cuadra en absoluto con nuestro mera esencia biológica e intestinal, porque tampoco.
De palabrería, porque ellos allí solo van a dar sermones y ver si pillan cacho y cargos. Y los resultados de ese amor abrasador e impuesto y al que no cabe decir que no, ahí no vale el No es No de la Montero, porque es por nuestro bien, pueden ser la definitiva puntilla del sector agropecuario y de las gentes que viven de ello.























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