Sin miedo, sin ira. Libertad
La cena está servida, aunque la hayan recalentado en los micros y en las ondas. Ni los pregones de Tezanos, ni los programas de las radios torticeras, ni los telecircos, ni los periódicos panfleteros pueden impedir que los ciudadanos madrileños acudamos a las urnas sin miedo. Sin ira. Con libertad.
Mucha leña al fuego de la cocina política han querido echar los amigos del cabreo nacional. Es verdad que esta vez las cosas han llegado un poco más lejos, pero toda la escoria se la va a llevar el cauce del Manzanares hacia el Jarama. Y después se irá al Tajo. Y de ahí, a Portugal.
Y es que a pesar del rateo y de la mentira del agitador, todo regresará a su lugar de partida; y Madrid volverá a su “nueva normalidad” tras las votaciones. Cierto es que previamente todos dirán que las elecciones las han perdido los demás. Pero en una semana se sabrá la verdad. Y los nuevos políticos ricos, los que han estado viviendo de las desgracias que estamos pasando la gente normal, se irán a sus chalés. Y sestearán. Y en vez de ponerse a trabajar para arreglar la miseria que han sembrado pasarán el rato empotrados en la hamaca conectados a Netflix con el dinero de su paisano. Y se dedicarán a freírse al sol como chorizos parrilleros ahora que viene el buen tiempo.
No obstante, a los votantes realmente poco nos va a importar. Porque sabemos que en Madrid al final solo se suele quedar el que tiene ganas de arrimar el hombro. El que se pone el mono, pero el de trabajar.
El madrileño de a pie, después de haber aguantado tanto incendio, tanto enfrentamiento, tanta mediocridad, volverá como siempre a su día a día. Y sin escoltas, sin niñeras Mary Poppins, y sin portadas en Vanity Fair, tratará de salir adelante desde el anonimato y levantar Madrid, como siempre ha hecho, a pesar del calentón político de esta campaña de rateo. Y codo con codo junto a su compañero de trabajo tratarán de mantener el barco a flote, a pesar de haber votado diferente. Porque a los madrileños las ideas apocalípticas de los agitadores nos importan muy poco. Mucho menos de lo que ellos creen. Y se va a demostrar. Nos importan los hechos. Poco más.
Por eso la rata política, que ha tratado de soliviantar a los madrileños para poder subsistir echando basura a los demás, volverá a su cloaca en breve. Y lo va a hacer un día cuatro de mayo, dos días después de la efeméride de un levantamiento popular.
No es descartable que alguna de las ratas, algún holgazán, se apoltrone durante un tiempo en un plató basura. Pero las audiencias se encargarán de hacerlas marchar por donde llegaron. Solo es cuestión de tiempo y una caña. Un poco más de paciencia, nada más. Porque en cualquier momento los madrileños sin miedo, sin ira y en libertad las veremos flotar por el Manzanares río abajo. Caminito de Portugal.
Mucha leña al fuego de la cocina política han querido echar los amigos del cabreo nacional. Es verdad que esta vez las cosas han llegado un poco más lejos, pero toda la escoria se la va a llevar el cauce del Manzanares hacia el Jarama. Y después se irá al Tajo. Y de ahí, a Portugal.























Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.103