Dame pan y llámame tonto

A Iglesias yo creo que le pasa un poco eso. Le han llamado tantas cosas, que al final lo justifica. A mí, personalmente, me da lástima. Me da pena por él. Para mí que lo ha debido de pasar muy mal. Le han dicho de todo al chico. A él y a su familia. Y lo peor es que ya tiene callo. “La chati del alfeñique bolchevique”, le han llamado a la ministra Montero en Intereconomía. Y este podría decirse que es el insulto más erudito de todos, con todo lo cruel que puede llegar a ser. Luego han sido más chabacanos con el vice guay. ”Guarro”, “cerdo”, “mamarracho”, “basura humana”, “hijo de puta”... le han dicho mucho en Twitter. Entre ellos el concejal por Madrid de Vox, Fernando Martínez Vidal.

 

Es para llorar. Pobrecito. De verdad. Cierto es que con toda esta retahíla en el pub de mi barrio sería el machito, pero en la Carrera de San Jerónimo está quedando fatal. Porque ni el Congreso es mi barrio, ni el Consejo de Ministros es un bar.

 

Es evidente que él le dijo a Carmona “tonto” y “subnormal”, en una de sus charlas a la muchachada. “Ladrones", "corruptos", "gentuza”, le dijo al PP de Esperanza Aguirre en un mitin, dejando bien claro que ellos llamaban a las cosas por su nombre. “A la mierda” ha mandado a muchos ilustres políticos. Y “cenizos” les llegó a espetar a sus ahora socios de Izquierda Unida.

 

A la vista de todo esto, algunas autoridades no están de acuerdo con su vice. La ministra Margarita Robles, que es muy de defensa, lo ha llamado a filas y ha dicho que no comparte con Pablo Iglesias su postura de “naturalizar los insultos", que "los medios de comunicación son el oxígeno de la democracia” y que “no comparte las críticas y descalificaciones a los medios de comunicación". También ha hablado de Iglesias Monseñor Argüello. Y ha dicho que todos los poderes democráticos tienen que ser objeto de la crítica, pero que eso de insultar, como que no.

 

A todo este guirigay que ha montado el vice antes él mismo lo hubiera llamado “hijoputismo”, pero ahora lo trata de “injurias y calumnias”, porque ya sabe que estas son palabras mayores. A Cayetana creo que su familia le pide 18.000 euros por llamarle “hijo de terrorista”. Y ya ha ganado un litigio a Hermann Tertsch, en el que va a tener que soltar el eurodiputado de Vox 12.000 euros. Así -¡pin!, ¡pan!- uno detrás de otro.

 

Todas estas tropelías en mi barrio podrían haber sido una buena excusa para hacer una drea. Y finalizar con un “aquí paz y después gloria”. Pero Pablo ya no está para tirar piedras, sino más bien está para recoger billetes. Y para eso sí que ha pedido que medie en el insulto el sistema; y que se garantice, al menos en su primera parte, el artículo 18 de la Constitución.

 

Pero, ya sin tanto escrúpulo, me parece muy normal que el vice guay quiera que se naturalice el insulto. “A mí dame pan y llámame tonto”, debe pensar. Así que ahora, pues eso, que además del eco de los pasos en Villa Tinaja creo que se escucha un enérgico: “¡Cariño, amor mío!” “¡A comer! (Y a cobrar)” Y en eso anda.