Su paso atrás en la batalla por la sucesión de Rajoy, del que era el heredero natural, y justificado por su compromiso de acabar la legislatura en su tierra, fue otro punto a favor de su reelección. Por lo que, el hecho de que Pablo Casado dirija ahora el PP se debe, en gran medida, a esa renuncia de Feijóo, nunca suficientemente explicada y de la que se difundieran todo tipo de teorías; alguna, basada en la supuesta negativa de su mujer al traslado a Madrid.
Para Casado, el presidente gallego ha sido una incómoda referencia frente al giro a la derecha que ha imprimido en Génova. Feijóo se convirtió pronto en el pepito grillo de la conciencia popular frente a los extremismos verbales de Cayetana Álvarez de Toledo y de García Egea. Incluso, su posición de fuerza en el partido, respaldada por los éxitos electorales en Galicia, le permitieron poner pie en pared frente a la posición de Génova que intentaba un pacto preelectoral con Ciudadanos. Dijo no, y fue no. Tal vez por eso, la presencia de Casado en la campaña gallega no resulta cómoda para ninguno de los dos.
A Casado, porque los carteles que acompañan a los mítines ni siquiera tienen las siglas del PP. Y a Feijóo porque le resta votos de las fuerzas moderadas gallegas que son quienes le dan la mayoría absoluta. Se siente mucho más cómodo con su paisano y amigo, Mariano Rajoy, al que ha pedido, personalmente, que le acompañe.
De confirmarse en las urnas los pronósticos, el peso de Feijóo en la línea ideológica y la estrategia popular será más determinante y, dado que ya ha anunciado que ésta es su última legislatura en Galicia, será siempre el candidato en la sombra a la presidencia del Gobierno de España, ante un nuevo fracaso del equipo de Casado.
La defensa de los intereses generales por encima de luchas partidistas y la búsqueda de la centralidad para afrontar la terrible crisis económica que vivimos, son valores en alza en la sociedad y no solo la gallega. No está el patio para peleas de gallinero cuando las colas en los centros de donación de alimentos no hacen más que crecer. Que se lo pregunten a Caritas.
La necesidad de llegar a un pacto por la recuperación que incluya unos presupuestos generales del Estado, aceptados por Europa y que, sin estridencias populistas, no permitan la vuelta a la exclusión social de una parte de la población, es la prioridad ahora mismo.
Núñez Feijóo va a tener mucho que decir en la forma de hacer oposición de su partido y su voz va a tener más peso político. Para este país sería bueno que así fuera.
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