¿En qué basarte para encontrar al mejor bufete de abogados de familia?

 

En los casos de Derecho de familia la necesidad de un excelente abogado es incuestionable. Son casos que, en su mayoría, tienen un alto componente emocional, sentimental y financiero, pudiendo cambiar su resolución, el destino de los modos de vida y trabajo de las personas involucradas. Por lo que la elección de un abogado para que brinde asesoría y ayuda en el caso en cuestión no debe ser un hecho librado al azar o ajustado únicamente al presupuesto.

 

 

Cualquier abogado puede llevar adelante un caso de Derecho de familia, está legalmente habilitado para ello. Sin embargo, no cualquier abogado debería llevar adelante tu caso, por las implicaciones que tiene y por las consecuencias que pudiera tener su resolución no favorable para tus intereses.

 

Lo mejor entonces, es buscar siempre abogados de familia en Madrid, o en la ciudad donde residas. Abogados de familia cuya especialización sea el Derecho familiar en situaciones matrimoniales y similares, porque son situaciones cuya resolución se da más por la experiencia y la estrategia adoptadas por el abogado, que por cualquier otra cosa que pueda incidir.

 

En el Derecho de familia la experiencia del abogado es fundamental. Aunque cada historia es única, cada devenir es complejo y está ajustado a parámetros irrepetibles, en los que un abogado con experiencia podrá encontrar puntos comunes, atar cabos y hacer las preguntas correctas, para plantear con certeza su estrategia, que puede ir desde los pequeños detalles, como el momento de presentar pruebas, de enviar comunicaciones, de hablar de temas profundos con su cliente, hasta las grandes decisiones en el momento del juicio, o, preferiblemente, en el momento de llegar a un acuerdo extrajudicial. Sólo un abogado especialista en situaciones matrimoniales o familiares será capaz de tomar tales decisiones con alto grado de éxito.

 

 

Desde siempre, es desaconsejable que un abogado de familia sea contratado de acuerdo a vínculos anteriores existentes. Así, no debería buscarse a un abogado que sea amigo de la familia, conocido, o únicamente por su cercanía. Eso sería contraproducente, ya que cualquier caso del Derecho de familia genera implicaciones sentimentales serias, que en el caso de contar con un profesional que tenga un vínculo afectivo hacia el cliente podría derivar en una posible toma de decisiones irracional.

 

Sin embargo, eso no quiere decir que no sea importante encontrar la empatía y la cercanía con tu abogado. De hecho, es uno de los requisitos más importantes al momento de establecer un primer contacto o tomar la decisión de contratar a un bufete o a un profesional.

 

En un proceso judicial que involucra temas familiares, o en un trámite de divorcio con hijos, por ejemplo, donde las decisiones, las implicaciones y las consecuencias requieren de conversaciones muy profundas, sobre temas muy íntimos y que requieren de confidencialidad, discreción y confianza, sólo el hecho de contar con un abogado confiable y empático te brindará la tranquilidad de poder pormenorizar todos los asuntos importantes, que serán la mejor documentación para defender tu caso y lograr un resultado favorable.

 

 

Un abogado de familia de calidad siempre velará por tus intereses. Incluso, intentará asesorarte para hacerte ver cuáles son realmente tus posibilidades, con la franqueza que cada caso convenga, ya que en algunas situaciones será mejor contar con un profesional experimentado que te haga ver tus reales posibilidades, antes que un profesional que de antemano te asegure que todo saldrá bien, cuando los casos matrimoniales, de divorcio y familiares suelen tener una complejidad mayor.

 

De cualquier modo, un abogado de familia, y más aún los dedicados a situaciones matrimoniales, de separación y divorcio, deben priorizar los acuerdos extrajudiciales. Ir a juicio siempre debería ser una última opción, cuando todo lo demás haya sido intentado. Por ello, desde el primer momento, un bufete de abogados de calidad te recomendará el diálogo, llegar a acuerdos para aligerar las cargas, los tiempos, e incluso para obtener mejores beneficios que los que pudieran derivarse de un hipotético juicio.