Pues lo tenemos. Se llama Teresa Ribera y es vicepresidenta cuarta del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. A mi modo de ver este mensaje refleja una falta total de empatía con los millones de personas que estamos sufriendo el confinamiento por la pandemia de gripe china. Una crisis sanitaria agravada por la deficiente gestión del Gobierno si se compara con lo ocurrido en países cercanos como Grecia o Portugal.
País, éste último, que como se sabe tiene una tasa de fallecimientos muy inferior a la de España y sobre el que la señora Ribera nos legó otra de sus "perlas": "Portugal paró antes. El coronavirus venía del Este y ellos están un poco más al Oeste y entonces pudieron parar un poco antes". Lástima que el periodista que la entrevistó no la recordara que lo mismo podría decirse de España en relación con Italia, país vecino en el que a primeros de marzo ya se habían producido decenas de muertes por el coronavirus cuando aquí desde el Gobierno se animaba a la gente a manifestarse el 8M.
La falta de sensibilidad señala una tendencia. Hace meses llegó a decir que el gasóleo tenía los días contados olvidando que hay miles de personas cuyo vehículo a gasoil es su instrumento de trabajo. Es la misma ciudadana que frente al hachazo que supone para miles de hosteleros las medidas de distanciamiento y demás limitaciones impuestas por el Gobierno para poder abrir los establecimientos llegó a decir: "Que el que no se sienta cómodo, que no abra".
Semejante falta de empatía revela un pensamiento autoritario. Detrás de la razonable petición de los responsables del sector de la hostelería está la angustia de miles de ciudadanos que ven que no van a poder levantar las persianas de sus locales. Pero eso, al parecer, no quita el sueño a la ministra que saltó a la fama a raíz del gran espectáculo televisivo que fue la Cumbre del Clima que se celebró en Madrid porque en Chile -que es donde tocaba- el desorden reinaba en Santiago. De la mano de Greta Thunberg, aquella criatura mediática salida de un relato ecologista, Teresa Ribera tuvo sus horas de gloria. Pedro Sánchez premió aquella performance ascendiéndola a vicepresidenta. Después la encargaron la coordinación de la "desescalada" de la pandemia. Ha durado poco en esa encomienda. Parece que se han percatado de su talante.
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.103