Miércoles, 31 de Diciembre de 2025

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FERMÍN BOCOS
Sábado, 18 de Abril de 2020

La tentación totalitaria

El último barómetro del CIS, bajo la cocina de José Félix Tezanos, ha ido tan lejos como para dar a entender que existe una mayoría de ciudadanos (66,7% que estarían dispuestos a aceptar un único canal (oficial, por supuesto) como fuente de información de todos los aspectos relacionados con la epidemia del coronavirus.

No parece creíble que los españoles estemos dispuestos a subordinar la libertad de información
-pilar del sistema democrático- a favor de la propaganda. Frente a semejante estudio sociológico pagado, por cierto, con el dinero de los contribuyentes, uno tiene la impresión de que están preparando el terreno para justificar actuaciones censoras en relación con los datos suministrados por el Ejecutivo sobre los efectos devastadores del coronavirus.

 

El Gobierno que preside Pedro Sánchez asimila mal las críticas que recibe por no facilitar la cifra real de fallecimientos y por la descoordinación a la hora de aplicar las medidas. En definitiva: por las improvisaciones que caracterizan la gestión de la pandemia. Las críticas proceden de la oposición y del ejercicio de control del poder que es tarea propia de los medios de comunicación independientes que no actúan como vectores de la propaganda del Gobierno. La encuesta da a entender que podrían estar preparando el terreno para introducir algún tipo de censura. La tentación totalitaria anida en el ideario de algunos de los miembros del actual Consejo de Ministros. Es el caso del vicepresidente Pablo Iglesias, que nunca ha ocultado su interés por acceder al control de los medios públicos de comunicación. A la vista del revuelo suscitado por este asunto, cabe pensar que el Gobierno no se atreverá a ir más lejos en el camino que ya han recorrido en orden a acentuar el control del "relato" de la crisis sanitaria contando con el agradecido apoyo de los medios de comunicación afines.

 

Pero habrá que estar atentos. No olvidemos que en razón del estado de Alarma dispone de un poder como nunca tuvo otro Ejecutivo en tiempos de democracia. La censura es el peor de los virus. Ocultar el número de muertos -en las residencias de ancianos o en el conjunto de los hospitales- ofreciendo desgloses o porcentajes de difícil verificación, por no hablar de las carencias de material o de los retrasos en las llegadas del que se anuncia, no ayudará a modificar el juicio político de los españoles respecto de la gestión de la epidemia. Intentar censurar la información, cualquier tipo de censura, lo único que conseguirá es agravar la situación. Toda realidad preterida vuelve para cobrar venganza.

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