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Jueves, 05 de Marzo de 2020

Las prisas

El Ministerio de Igualdad se había marcado como objetivo presentar su proyecto de Ley de Libertad Sexual antes de la celebración del 8 de marzo, para evidenciar su compromiso igualitario, que da sentido a su quehacer, y para demostrar que las promesas se cumplen.

Las prisas le llevaron a elaborar un voluntarioso borrador lleno de carencias técnicas, invasivo respecto a otras leyes que también está elaborando el Gobierno y a competencias que ya están transferidas a las comunidades autónomas, con algún error tan grave como el de no establecer tipos penales agravados en los delitos de carácter sexual con lo que, en la práctica, se reducían las penas por agresión.
 
Estos errores suscitaron un intenso debate en el seno del Gobierno y la disputa superó las fronteras del Consejo y se ha hecho pública. Y aunque la ministra portavoz ha quitado hierro a las discrepancias, el vicepresidente Pablo Iglesias ha llegado a decir que entre quienes arguyen excusas técnicas "hay mucho machista frustrado". El mensaje no llevaba destinatario explícito, pero tampoco hacía falta y la andanada retumbó en el Ministerio de Justicia.
 
Por si esto fuera poco, para subrayar las bondades del proyecto legislativo, el community manager del ministerio ha lanzado en las redes el siguiente tuit: "Queremos que el grito feminista Sola y borracha, quiero llegar a casa se convierta en realidad para dejar de vivir con miedo". Un mensaje más propio de un colectivo feminista que de un departamento ministerial.
 
Me temo que, en ambos casos, las prisas se han cruzado con un problema de desubicación. Porque no era imprescindible acelerar la elaboración de la ley antes del 8M, sino conseguir que la norma sea tan buena que en los sucesivos 8M podamos constatar que la libertad sexual no tenga sombras de desprotección para las mujeres, aunque vayan por la calle sobrias y en compañía. Y porque no es necesario que el community manager del ministerio se venga tan arriba que haga suyos eslóganes de manifestación callejera -evidentemente perfectibles, no entraremos en eso- para transmitir a la ciudadanía el espíritu de la nueva ley. Porque una norma tan importante y su explicación exigen niveles de solvencia que, aunque fuera deseable, no requieren manifiestos ni eslóganes callejeros. Para cerrar los márgenes de actuación a quienes desde el machismo militante aprovecharán cualquier circunstancia para tumbarla.
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