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RAFAEL TORRES
Jueves, 20 de Febrero de 2020

La sombra de Juana Rivas

Todos eran Juana Rivas, pero mejor que aquél derroche de empatía se hubiera derramado preventivamente sobre cualquiera del centenar y medio de mujeres asesinadas desde entonces, víctimas de veras de la violencia machista y a las que sus matadores hallaron solas e indefensas.

El minuto de silencio con que se suele replicar, en las plazas y en las puertas de los ayuntamientos, a la muerte de esas mujeres, se antoja muy poco clamor al lado del que suscitó la precipitada adhesión a Juana Rivas, la ciudadana que, pese a secuestrar a sus hijos y exponerlos a los horrores de un ruptura matrimonial más tóxica que el propio matrimonio, fue elevada a la condición de mártir y de modelo a seguir.
 
La Justicia italiana acaba de archivar todas las denuncias, ocho, que Juana Rivas interpuso contra su ex marido con el fin de privarle de la custodia de los hijos, y la Justicia española, que la condenó en su día a cinco años de prisión por el secuestro, ha hecho lo mismo con otra que resultó, como todas las demás, infundada. El daño que ésta mujer ha hecho a sus hijos con el brutal e innecesario anexo al inevitable en los divorcios, sólo es equiparable al que ha hecho, con la complicidad de asesoras y consejeras de poco o ningún seso, a la lucha de la sociedad española contra el feminicidio.
 
Judicializando y publicitando torcidamente un asunto personal teñido de odio, rencor y venganza, Rivas emprendió un camino no sólo equivocado para sus intereses, sino fatal para la causa que enfrenta a la sociedad con el goteo incesante de crímenes machistas. Lo que hizo Juana Rivas, cual puede comprobarse acudiendo a las sentinas de ciertas redes y foros de Internet, fue proporcionar munición a la ultraderecha, negacionista de la violencia de género, y ahondar el falso abismo entre los sexos que esa ultraderecha y el feminismo a lo loco de nuevo cuño pretenden establecer.
 
Todos decían ser Juana Rivas cuando secuestró a sus hijos para hurtarles de unos supuestos maltratos paternos que la Justicia de dos países ha desmontado. El maltrato fue secuestrarlos, y la pena es que tanta gente, identificándose con la autora, cooperara.
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